La nueva vida de los antiguos niños soldado: «Ahora estoy en la escuela, me siento libre»
Entre los riesgos para la infancia en un contexto de conflicto armado figura que los menores puedan ser reclutados para servir de múltiples maneras a las partes beligerantes. Organizaciones como el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) trabajan para dar un futuro a niñas como Rachel, víctima de la violencia en el sureste de República Democrática del Congo (RDC) y que encara ahora con optimismo su futuro.
«En mi vida anterior sufrí mucho, pero ahora que estoy en la escuela me siento libre, juego con mis amigos y, si un amigo me hace daño, sé cómo perdonarle», afirma, al hacer balance de una vida actual que dista mucho de la que comenzó a sufrir una mañana, cuando sus padres no llegaron a casa.
«Salimos y les llamamos a gritos, pero nos dimos cuenta de que no estaban. Junto a nuestra casa vi a un grupo de rebeldes que tenían cautivo a mi hermano, así que huimos». Tras volver al pueblo, seguía huérfana y se encontró «sola», por lo que se vio abocada a unirse a las filas de un grupo bantú.
Su rol dentro del grupo consistía en «bañar a los combatientes en una poción mágica». «A menudo nos encontrábamos en malas situaciones, matando a gente, y nos costaba mucho encontrar comida con la que alimentarnos», explica en declaraciones a UNICEF, ya liberada, al relatar cómo pasó de estar en un grupo donde «no había perdón» a aprender «el amor fraternal y a perdonar» dentro de un programa escolar.
También Nevile, de 17 años, vivió una situación parecida, aunque en su caso estaba al mando de otras 17 personas. Su grupo usaba «flechas, armas de fuego, machetes y cuchillos» y, según explica, su vida era «sombría». Ahora, existe una «gran diferencia», gracias en gran medida a que puede estudiar.
Estos dos menores dan voz a una realidad que aún marca a miles de niños en Siria, República Democrática del Congo, Somalia, Afganistán, Malí, Birmania, República Centroafricana, Colombia y Nigeria. La ONU constató en 2022 27.180 violaciones graves de los Derechos Humanos contra menores en situaciones de conflicto, con 7.622 casos constatados de reclutamiento y utilización de niños, un 21 por ciento más que en 2021.
OTROS FOCOS DE CONFLICTO
El surgimiento de nuevas crisis hace temer que el reclutamiento se extienda a otras zonas, como es el caso de Haití. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, advirtió la semana pasada de que la incorporación de menores a las bandas armadas es «extremadamente preocupante».
La preocupación se hace igualmente extensible a Sudán, escenario de una guerra entre el Ejército y los paramilitares desde abril de 2023. Un portavoz de UNICEF, James Elder, ha asegurado que los casos de asesinatos, violencia sexual y reclutamiento se han multiplicado por seis en año, considerando además que estas cifras puedan ser sólo «la punta del iceberg».
En 2022, UNICEF ayudó a casi 12.500 niños que abandonaron grupos armados –estatales o no– para lograr su reintegración o algún otro tipo de protección. Además de la desmovilización, la agencia trabaja desde el punto de vista de la reubicación familiar o la movilización de las comunidades, entre otras cosas para que puedan empezar una nueva vida sin estigmas.