La fisioterapia oncológica reduce las secuelas de los pacientes con cáncer, como el dolor o la fatiga
La fisioterapia oncológica previene, trata, recupera o mantiene las secuelas de los pacientes con cáncer y actúa en todas las etapas de la enfermedad; esto es, en el diagnóstico, en el tratamiento oncológico y durante toda la vida del paciente después de haber superado el cáncer, según explica la presidenta de la Comisión de Fisioterapia Oncológica y Cuidados Paliativos del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, Ana Serrano.
Por eso, los fisioterapeutas madrileños reclaman una mayor presencia en el abordaje global de los pacientes con cáncer, ya que muy pocos centros han integrado a estos profesionales en la actualidad. «Además, está demostrado que la fisioterapia oncológica es más eficaz cuanto más temprana sea la intervención y mejora en gran medida la calidad de vida del paciente, tanto a nivel físico como psicológico», continúa Serrano.
Para ello, los fisioterapeutas se apoyan en diferentes posibilidades, como técnicas manuales adaptadas al paciente con cáncer, ejercicio terapéutico, masaje oncológico, tratamiento del linfedema, técnicas instrumentales y comportamentales.
Así, la fisioterapia trabaja, entre otros aspectos, los dos síntomas más generalizados entre pacientes oncológicos: el dolor y la fatiga, que aparecen en el 90 por ciento de las personas con cáncer, durante algún momento de la enfermedad. Además, también tratan otros problemas asociados a una restricción de la movilidad, o de los tejidos o cicatrices, alteraciones cardiovasculares, motoras, en la sexualidad, neuropatías, trismus o incontinencias.
De hecho, los fisioterapeutas madrileños recuerdan que, si empiezan a abordar al paciente antes de que reciba el tratamiento, pueden mejorar los efectos derivados de la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia. Ya durante el tratamiento, la fisioterapia ayuda a minimizar los efectos secundarios en el sistema cardiovascular, muscular, articular o nervioso del paciente oncológico.
De igual forma, los tratamientos de fisioterapia siguen siendo eficaces en la etapa posterior al cáncer, ayudando a paliar las secuelas de la enfermedad y a prevenir trastornos que se deriven, como el abordaje de las cicatrices, adherencias o fibrosis; la recuperación de la movilidad, el equilibrio o la musculación del paciente resultan fundamentales en esta fase. También es posible prevenir complicaciones como el linfedema, clave en procesos como el cáncer de mama.
Según explican desde la organización colegial, estos especialistas reciben formación especializada para este tipo de tratamientos y su intervención se realiza en coordinación con el oncólogo y con el resto de profesionales que tratan al paciente, tras analizar distintas variables para conocer si cada persona se encuentra en un estado óptimo para recibir el tratamiento de fisioterapia o si se debe posponer.
Además, «las técnicas se adaptan siempre de manera personalizada porque no hay dos pacientes con los mismos síntomas. Aunque padezcan el mismo tumor y reciban un tratamiento similar, cada una reacciona de modo distinto y nos adaptamos a cada situación», concluye Serrano.