La fisioterapia aumenta la movilidad, fuerza muscular y capacidad pulmonar de las personas que sufren esclerodermia
La fisioterapia aumenta la movilidad, la fuerza muscular y la capacidad pulmonar de las personas que sufren esclerodermia, una patología autoinmune de origen desconocido causada por un exceso de colágeno que se va acumulando principalmente en la piel.
Así lo han asegurado desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) con motivo de la celebración, el próximo 29 de junio, del Día Mundial de la Esclerodermia. Y es que, esta patología se manifiesta en los pacientes a través de cansancio, dejándoles sin fuerzas para desarrollar algunas tareas, y con incapacidad para realizar actividades cotidianas, como abrir un bote o una lata, usar tijeras, hacer nudos, abotonar, lavar o limpiar algo con agua muy fría o muy caliente, o llevar peso, entre otras.
A día de hoy no existe un tratamiento específico para la esclerodermia. Sin embargo, la fisioterapia ha demostrado ser una «gran aliada» para las personas que padecen esta enfermedad, ya que ayuda a proteger las articulaciones y mejorar su movilidad; a disminuir el dolor; incrementa la fuerza muscular y evita la limitación funcional; puede impulsar la capacidad respiratoria de los pacientes; permite mantener una higiene postural más adecuada y mejora la función de la mano y la cara; y minimiza la discapacidad y aumenta la autonomía, favoreciendo el desarrollo de las actividades de la vida diaria.
«La fisioterapia tiene mucho que ofrecer a las personas con esclerodermia, siempre a través de tratamientos individualizados, dada la diversidad de síntomas, y trabajando desde equipos multidisciplinares que engloben a todos los profesionales sanitarios relacionados con esta patología», ha dicho la presidenta de la Comisión de Fisioterapia Dermatofuncional del CPFCM, Mercedes Franco.
En este sentido, ha informado de que se pueden realizar ejercicios acuáticos con agua tibia; usar parafina o parafangos, previamente a la realización de ejercicios y estiramientos; terapia manual suave, que incluya masoterapia, estiramientos o inhibición de puntos gatillo miofasciales; electroterapia; fototerapia a través de luz de láser; y realizar una pauta de cinesiterapia para mantenimiento de los rangos articulares, fuerza muscular y movilidad en general del paciente, así como también una buena higiene postural y cuidado de la piel con cosmetología y medicaciones adecuadas.
Además, el CPFCM mantiene un acuerdo de colaboración con la Asociación Española de Esclerodermia (AEE), para fomentar la investigación, formación y mejoras en los tratamientos y cuidados disponibles. Por otro lado, el convenio ayuda a romper la «invisibilidad» de esta patología, otra de las dificultades a las que se tienen que enfrentarse las personas afectadas.
Debido a su variada sintomatología, algunos pacientes tardan años en obtener un diagnóstico debido, en parte, porque las personas afectadas por esta enfermedad no presentan signos externos. Por ello, en ocasiones, se sienten incomprendidas cuando exponen su malestar, lo que contribuye a retrasar el inicio de un tratamiento.
«La mayoría de las veces, nuestro entorno desconfía porque no ve signos externos de nuestra enfermedad. Todo esto hace que tengamos dificultades para hacernos entender entre nuestros allegados, tanto en nuestro entorno familiar, como social y laboral», ha zanjado la presidenta de la Asociación Española de Esclerodermia, Teresa Bello.