La filial de Al Qaeda en el Sahel ya es la que más crece en el mundo
JNIM está consolidando su presencia a nivel territorial lo que aumenta su capacidad de reclutamiento e influencia
El Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la franquicia con la que opera Al Qaeda en el Sahel, se está consolidando en la región y extendiendo su área de influencia desde Malí, donde comenzó a operar, hacia Burkina Faso y Níger pero también hacia el sur con la vista puesta en los países bañados por el golfo de Guinea, advierten los expertos.
El Índice Global de Terrorismo 2022 identifica a JNIM como el grupo terrorista que «crece más rápido a nivel mundial», tras registrar el mayor crecimiento en el número de ataques y víctimas en 2021. Según este informe, dejó 351 muertos el año pasado, un 69 por ciento más, con Malí como el país más castigado seguido por Burkina Faso.
Esta franquicia de Al Qaeda se creó en 2017 de la unión de otros cuatro grupos –Ansar Dine, el Frente de Liberación de Macina, Al Murabitún y la rama en el Sáhara de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI)– y tiene a Iyad ag Ghali, un antiguo rebelde tuareg maliense reconvertido en yihadista, como su líder.
Su principal área de actuación es la zona fronteriza entre Malí, Burkina Faso y el oeste de Níger, pero JNIM ya ha dejado claro que tiene su vista puesta en avanzar hacia el sur hacia otros países de África Occidental.
Así, el grupo estaría detrás de algunos de los ataques que se han producido en los últimos meses en el norte de Benín, cerca de la frontera con Burkina Faso, y los expertos también creen que es el responsable del ataque del martes en el norte de Togo, el primero con víctimas mortales ya que dejó al menos ocho soldados muertos.
El hecho de que tanto en Malí como en Burkina Faso haya gobiernos militares como resultado de sendos golpes de Estado podría resultar particularmente beneficioso para JNIM, sobre todo en el caso del primer país.
SALIDA DE FRANCIA DE MALÍ
La tensa relación entre Bamako y París desde el golpe de Estado de agosto de 2020 ha llevado a Francia a poner fin a la Operación Barkhane que desde 2013 luchaba contra los yihadistas en Malí, lo que ha traído consigo también la salida de la Fuerza Takuba, conformada por fuerzas especiales francesas y de otros países europeos y Canadá –actualmente en proceso–.
A esto se ha sumado la decisión de Malí de poner fin al acuerdo de defensa con Francia, lo que a priori debería acelerar la salida de las tropas francesas en un momento además en el que la UE mantiene en suspenso su misión de entrenamiento a las fuerzas malienses, EUTM Malí, en la que España cuenta con más de 500 efectivos.
Como telón de fondo del malestar con Bamako está la decisión de las autoridades militares malienses de recurrir a mercenarios del grupo ruso Wagner para garantizar la seguridad de su país. En este sentido, las tropas malienses han sido acusadas recientemente de la masacre de unas 300 personas en Moura, principalmente hombres de etnia fulani, si bien la versión oficial es que unos 200 terroristas fueron abatidos durante un operativo en el que hubo apoyo de los mercenarios rusos.
«JNIM está capitalizando la brutalidad y la debilidad de la campaña del Ejercito maliense y Wagner fortaleciendo sus lazos con la población vulnerable en las zonas afectadas» en el centro de Malí, advierte en un reciente análisis el proyecto Critical Threats, del Instituto Americano de Empresa (AIE).
En el marco de su campaña antiterrorista en esta parte del país, el Ejército no está tratando de mantener las localidades en las que lleva a cabo sus «redadas antiterroristas», seguramente «porque carece de la capacidad y los efectivos para ellos», lo cual permite a JNIM volver a reimponer su control una vez las fuerzas de seguridad se marchan, subraya el análisis.
JNIM GANA LEGITIMIDAD Y AMPLÍA SU CONTROL
Estas circunstancias, añade Critical Threats, harán que JNIM «mejore su legitimidad presentándose como el único capaz de garantizar la seguridad a la población local». En este sentido, el informe advierte de que la filial de Al Qaeda «expandirá sus zonas de control en el centro de Malí y podría comenzar a atacar en áreas urbanas, expandiendo potencialmente la inestabilidad a otras partes del país», incluido un avance hacia la capital.
Asimismo, un mayor control territorial dará al grupo terrorista más libertad de movimientos y también le permitirá contar con un mayor apoyo logístico, lo que facilitaría que «siga desarrollando sus capacidades y perpetrando un mayor número de ataques complejos». JNIM ha llevado a cabo varios atentados con coche bomba en el último año.
Si algo ha sabido hacer JNIM es explotar el malestar de la población de las zonas en las que opera hacia sus gobiernos y también por las condiciones sociales y económicas, aprovechándolo para captar nuevos combatientes con los que engrosar sus filas, en particular aunque no exclusivamente entre los fulani o peul, una etnia tradicionalmente dedicada al pastoreo y el ganado.
El impacto económico de la pandemia en las economías de los países del Sahel junto con la decisión de Francia y otros países de salir de Malí –aunque se espera que sus esfuerzos antiterroristas continúen ahora desde Níger– «con casi total seguridad dará a los grupos terroristas espacio para seguir ganando apoyo local explotando las tensiones étnicas existentes y posicionándose como proveedores de servicios alternativos» al Estado, previene Critical Threats.
«Al Qaeda ha invertido un considerable tiempo y recursos para su integración local en el Sahel», defiende Caleb Weiss en el informe El manual imperial de AQMI en el que analiza cómo el grupo que fundó Usama bin Laden ha ido expandiendo desde el Magreb, donde se instauró AQMI en 2007, hacia los países de África Occidental.
MODELO DE ÉXITO PARA OTRAS FILIALES
Este experto advierte de que «JNIM sirve de modelo de éxito a otras filiales de Al Qaeda en todo el mundo» y destaca que precisamente una de las claves de ese éxito es que se trata de una «organización liderada por sahelianos para sahelianos». El grupo mantiene su relación con AQMI, en la que tiene parcialmente origen, y con Al Qaeda Central, pero al mismo tiempo está asentado localmente y cuenta con una «estructura de gobierno en la sombra».
Por otra parte, la salida de Francia de Malí podría allanar el camino a la celebración de negociaciones con los yihadistas, dado que París ha expresado siempre su rechazo a esta posibilidad, que sin embargo ya el depuesto presidente Ibrahim Boubacar Keita ya tanteó y que la junta militar que dirige Assimi Goita también ha dicho estar explorando.
JNIM ya dijo en su momento que no cerraba la puerta al diálogo, pero lo condicionó a una salida de las tropas francesas, algo que está próximo a ocurrir. El hecho de que tanto Iyad ag Ghali como Amadou Koufa, otro de los principales dirigentes de JNIM y líder del Frente de Liberación de Macina, sean malienses parece jugar a su favor.
El grupo terrorista ya ha llegado a acuerdos puntuales de paz en el pasado –International Crisis Group ha documentado al menos una docena– a nivel local con otros grupos armados o con las autoridades. «Estos acuerdos han sido normalmente resultado de asedios, conflictos u otro tipo de presión por parte de JNIM contra la otra parte» forzando a la otra parte a negociar para aliviar la presión y reducir así la violencia, explica Caleb Weiss.
Estos acuerdos han sido hasta ahora bastante efímeros pero «JNIM podría buscar propiciar acuerdos de paz más amplios y a nivel nacional para su propio beneficio», advierte este experto, que resalta que podría acceder a hacer algunas concesiones a cambio de consolidar su control sobre algunas zonas de Malí.