La falta de tratamiento convierte al VIH en una de las principales causas de muerte en RCA, según MSF
Son pocos los centros para el tratamiento del VIH y además la mayoría de los pacientes deben pagar para hacerse el test
El VIH sigue siendo unas de las principales causas de muerte en República Centroafricana (RCA) donde alrededor de la mitad de los pacientes diagnosticados no reciben tratamiento en un país en el que confluyen la pobreza extrema, la violencia generalizada y una grave escasez de instalaciones y personal sanitario, entre otros aspectos, según alerta Médicos Sin Fronteras (MSF).
Según la ONG, en 2019 unas 4.800 personas murieron a causa del sida en el país, en el que cada año se confirman unos 5.500 nuevos casos y donde hay problemas persistentes de la cadena de suministro de antirretrovirales (ARV) y barreras para la detección temprana y la atención a pacientes.
«Si bien República Centroafricana tiene la prevalencia de VIH más alta en la región de África occidental y central, menos de la mitad de las 110.000 personas que se estima que viven con el VIH están en tratamiento con ARV», explica Laurent Lwindi Mukota, asesor médico de VIH de MSF en el país. «La situación es aún más alarmante para los niños: menos de la cuarta parte de los menores de 15 años que conocen su estado serológico respecto al VIH están bajo tratamiento», ilustra.
RCA, inmerso en un conflicto desde finales de 2013 del que aún no ha conseguido salir del todo, es considerado como el país con la esperanza de vida más baja del mundo y depende por completo de una insuficiente financiación externa para su respuesta frente al VIH.
MSF incide en que son muy pocos los centros sanitarios, entre un número escaso de estructuras de salud, los que ofrecen atención y pruebas de VIH, lo que obliga a los pacientes a tener que hacer viajes largos y, a menudo, peligrosos para encontrar una clínica se ofrezcan dichos servicios. Pero no solo basta llegar, ya que muchas veces estos centros carecen del material y los medicamentos para ofrecer el tratamiento con ARV.
BARRERAS ECONÓMICAS
«En un país donde la mayoría de la población vive con menos de dos dólares al día, las barreras económicas para acceder a la atención están agravando esta situación», lamenta por su parte Marie Charlotte Bantah Sana, directora del programa contra las enfermedades transmisibles del Ministerio de Salud y Población.
Según explica esta responsable, «la mayoría deben pagar para hacerse una prueba del VIH y, posteriormente, tienen que costear de su bolsillo las pruebas adicionales antes de poder comenzar el tratamiento». Como resultado, «el 30 por ciento de todos los pacientes citados a una evaluación previa al tratamiento no regresan para comenzar su régimen de medicación», precisa.
En Bangui, donde la prevalencia del VIH es el doble de la media nacional, los equipos de MSF brindan atención médica y apoyo psicológico gratuitos a pacientes que se encuentran en una etapa avanzada de la enfermedad y que también están coinfectados con tuberculosis desde finales de 2019.
En el primer año del proyecto de MSF en el Centro Hospitalario Universitario Comunitario de Bangui, 1.851 pacientes habían sido admitidos para recibir tratamiento contra el VIH, incluidos 558 pacientes que acababan de ser diagnosticados como seropositivos. Fuera de Bangui, MSF ofrece tratamiento a pacientes con VIH avanzado en Paoua, Carnot, Kabo y Batangafo.
APUESTA POR LOS GRUPOS COMUNITARIOS
Además, para conseguir que un mayor número de personas puedan acceder al tratamiento, MSF ha creado grupos comunitarios de antirretrovirales en Bambari, Batangafo, Bossangoa, Boguila, Carnot, Kabo, Paoua y Zemio.
En este sistema, grupos de pacientes que viven con VIH designan a uno de sus integrantes para que vaya a recoger las dosis de medicamentos de todos para los próximos meses, reduciendo de esta forma los costes de transporte y el tiempo dedicado a las consultas médicas.
La ONG destaca que no solo permiten que más personas puedan acceder al tratamiento, sino que ayudan a los pacientes a autogestionarse y a participar de forma activa en el mismo y sirven para fomentar el compañerismo y el apoyo y para conseguir una mayor adherencia al tratamiento, en un país donde el estigma contra las personas que viven con el VIH sigue siendo una dura realidad.
«Este sistema es importante porque algunas personas se avergüenzan de ir al hospital para recibir tratamiento contra el VIH. Y gracias a ello, pueden evitar hacerlo y seguir tomando su medicación», explica Serge, que forma parte de un grupo comunitario en Carnot. En total, MSF ha ayudado a establecer 276 grupos de este tipo integrados por unos 2.300 pacientes.
Esta iniciativa liderada por la comunidad, según MSF, ha demostrado ser aún más importante en el contexto de la COVID-19, cuando se redujo drásticamente el acceso a las estructuras sanitarias, en particular debido a las medidas de prevención y control de infecciones necesarias para prevenir la propagación del virus.
«Todavía queda un trabajo importante por hacer para descentralizar, desestigmatizar y garantizar que la prueba y el tratamiento del VIH sean gratuitos y accesibles para todos», advierte MSF, que incide en que pese a los avances en la última década, todavía persisten «muchas barreras en la lucha contra el VIH que habrá que ir poco a poco derribando».
«Es necesario redoblar los esfuerzos, y aumentar la inversión, para poner las pruebas y la atención gratuitas del VIH al alcance de todos en el país», reivindica la organización.