La ex secretaria de Estado de Digitalización apunta a la baja adopción de la IA como desventaja para Europa


La ex secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, actual copresidenta del órgano consultivo de alto nivel sobre Inteligencia Artificial (IA) de las Naciones Unidas, senior fellow del Belfer Center de la Harvard Kennedy School y consejera asesora de LLYC en España, ha apuntado a la «baja adopción» de la IA como desventaja para Europa.

Así se ha expresado la experta durante el Congreso de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc) de Gran Consumo, el principal encuentro anual del gran consumo que ha convocado este jueves en Madrid a más de 1.200 directivos de empresas líderes del sector.

De esta manera, con motivo de dicho evento convocado por la asociación empresarial que reúne a más de 34.000 compañías de diferentes sectores profesionales, Artigas ha indicado que la clave para que se adopte «de manera masiva la IA» en Europa es reconocerla como «factor competitivo».

«Porque la diferencia entre Estados Unidos, China y Europa, no es si Estados Unidos tiene un ChatGPT y Europa no tiene el suyo. No, es que el 50% de las empresas americanas están utilizando la IA, el 70% de las chinas y el 25% de las europeas. La ventaja competitiva es qué haces con ese sistema operativo, qué aplicaciones concretas haces para tu industria para resolver los problemas reales que tú tienes», ha detallado la ex secretaria de Estado.

NECESIDAD DE REGULACIÓN EN TORNO A LA IA

En este sentido, Artigas ha llamado la atención sobre la «necesidad de regulación en torno a la IA». «Necesitamos poner reglas y límites», ha enfatizado la experta, para luego añadir que la moneda del siglo XXI es «la confianza», reflejada, por ejemplo, en decidir a quién se proporcionan los datos, «quién es fiable y quién no».

Así, la experta ha hecho hincapié en que hay que dar confianza a los ciudadanos para que sientan que «no hay riesgos de seguridad, ya que realmente la IA no se está regulando, y el problema de Europa es hacerlo rápido y bien». «La IA puede seguir evolucionando sin intervención humana, por eso es tan importante la gobernanza a nivel internacional de la IA», ha recalcado Artigas, para a continuación argumentar que «se trata de ponerse de acuerdo en qué se quiere hacer con la IA y cuáles son sus límites».

En esta línea, la ex secretaria de Estado ha resaltado la falta de inclusividad del sur global en la creación de la IA, ya que si se quiere que esta «funcione bien para la humanidad, tiene que haber igualdad en el acceso para que haya igualdad en los beneficios». «La IA fue creada en los laboratorios de las empresas privadas y no en instituciones públicas, no por falta de dinero o talento, sino porque las primeras son las que tienen los datos», ha explicado Artigas, para luego explicar que el «monopolio de los datos está creando el monopolio de la IA».

NUEVO ACTIVO COMPETITIVO SON LOS DATOS ÚNICOS

Por otra parte, la experta ha querido aprovechar la ocasión para subrayar la diferencia entre ética, gobernanza y regulación, ya que, aunque, en palabras de Artigas, la «ética puede ser subjetiva», la gobernanza proporciona los instrumentos para que tanto las empresas como los gobiernos se comporten éticamente, siendo la regulación una de las herramientas de la gobernanza, pero no la única. En cuanto a la gestión de la propiedad intelectual, la ex secretaria de Estado ha destacado que el «nuevo activo competitivo son los datos únicos».

Dichos datos se suelen almacenar en data centres , respecto a los que Artigas ha destacado que, tanto estos centros como la IA son «insostenibles energéticamente», ya que los data centres «consumen muchísima energía y agua», para lo que en la actualidad se están reabriendo centrales nucleares, por ejemplo, en Estados Unidos, con el objetivo de conseguir esa energía.

En este sentido, la experta ha llamado a la necesidad de crear «algoritmos verdes para esta industria». Por último, la ex secretaria de Estado ha reflexionado sobre qué significa ser humano y qué va a hacer el ser humano en esta etapa de convivencia con la IA.

«Los humanos tomarán parte de conflictos éticos por ejemplo, a donde no llega la IA, por eso es tan relevante invertir en conciencia humana», ha resaltado Artigas, para a continuación subrayar que «la inteligencia emocional será el activo diferenciador de los humanos, ya que el valor diferencial va a ser el trato humano, por lo que lo caro va a ser la atención humana, que será un bien escaso». Para terminar, la experta ha concluido que esta nueva etapa puede ser aprovechada para reinvertarse como especie, zanjando que lo que hace diferentes a las personas y a una sociedad en sí misma «son las preguntas, no las respuestas».

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