España enviará dos observadores militares a la nueva misión de la UE en Mozambique

Cabo Delgado es escenario de ataques de milicianos islamistas que se han recrudecido en 2020

España tiene previsto enviar dos observadores militares a la nueva misión militar europea en Mozambique, que asistirá a las fuerzas locales en la lucha contra el yihadismo en el norte del país y que liderará el general de brigada portugués Nuno Lemos Pires.

Según han confirmado a Europa Press fuentes militares, el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante Teodoro López Calderón, se comprometió a aportar a dos efectivos de las Fuerzas Armadas españolas a la misión como observadores.

El mandato de la nueva operación incluirá el entrenamiento de fuerzas especiales mozambiqueñas para hacer frente a la actividad yihadista que registra la provincia de Cabo Delgado. «Apoyará la creación de capacidades de unidades mozambiqueñas para ayudar las fuerzas armadas nacionales a devolver la seguridad en Cabo Delgado en cumplimento de los Derechos Humanos y el Derecho Humanitario Internacional», explicaron fuentes comunitarias sobre el objetivo de la misión.

Queda por definir el número de efectivos que la UE desplegará en el terreno, aunque Portugal ya se ha comprometido a aportar la mitad de los militares y ha señalado que varios Estados miembros apoyan la misión.

Cabo Delgado es escenario desde octubre de 2017 de ataques obra de milicianos islamistas conocidos como Al Shabaab, sin relación con el grupo homónimo que opera en Somalia y que mantiene lazos con Al Qaeda. Desde mediados de 2019 han sido reivindicados en su mayoría por Estado Islámico en África Central (ISCA), que ha recrudecido sus acciones desde marzo de 2020.

El primer ataque yihadista en Cabo Delgado se produjo en octubre de 2017, en Mocimboa da Praia. En un primer momento, estos milicianos fueron bautizados como Al Shabaab (los jóvenes), pero no tenían ninguna vinculación con el grupo terrorista homónimo que opera pricipalmente en Somalia.

La situación de seguridad en esta región se agravó a raíz de que desde junio de 2019 Estado Islámico en África Central (ISCA), la filial del grupo terrorista en la región, comenzara a reivindicar los ataques. Estos se recrudecieron a partir de marzo de 2020, con la primera toma de la ciudad de Mocimboa da Praia, que los yihadistas volvieron a ocupar en agosto de ese año.

A finales de marzo pasado, ISCA atacó la ciudad de Palma dejando decenas de muertos, incluidos occidentales, y provocando que Total tuviera que suspender su proyecto de gas natural licuado en la cercana península de Afungi.

El Gobierno de Mozambique, con Filipe Nyusi a la cabeza, se mostró inicialmente reacio a pedir ayuda exterior para enfrentar la amenaza, que achaca principalmente al terrorismo internacional, pero en los últimos meses ha cedido a la presión.

Así, a principios de julio, Ruanda anunció un acuerdo con Mozambique para el envío de 1.000 soldados para apoyar a las fuerzas mozambiqueñas en Cabo Delgado. Por su parte, la Comunidad para el Desarrollo del Sur de África (SADC) también inició a principios de agosto una misión de apoyo.

Gracias a este refuerzo, principalmente por parte de las tropas ruandesas, las fuerzas mozambiqueñas consiguieron recuperar el pasado 8 de agosto Mocimboa da Praia y han devuelto la calma a amplias zonas de Cabo Delgado.

El principal temor, tanto de los gobiernos de la región como de la comunidad internacional, es que la violencia yihadista se extienda a otras regiones de Mozambique, pero también a la vecina Tanzania, en cuya frontera ya se produjo un ataque en octubre de 2020.

Además de la misión de entrenamiento de la UE, Estados Unidos también está llevando a cabo un programa de adiestramiento de marines mozambiqueños después de que el pasado 10 de marzo designara a la filial de Estado Islámico en el norte de Mozambique como organización terrorista extranjera.

POBREZA, ISLAMISMO Y TRÁFICOS ILÍCITOS

En Cabo Delgado se ha producido una tormenta perfecta en la que han confluido distintos factores. Esta región es una de las más pobres del país pese a albergar importantes yacimientos de gas –Total tiene aquí la mayor inversión privada de todo el continente– y el 70 por ciento de la población son jóvenes sin muchas expectativas de futuro y que ven en la insurgencia un medio de vida.

Junto a ello, en los últimos años ha ido calando entre los más jóvenes una forma de islam importada mucho más radical que la tradicional sufí que imperaba en esta zona. A ello también ha contribuido que Cabo Delgado sirva de importante nodo para todo tipo de tráficos ilícitos tanto de drogas, como de madera o contrabando.

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