La empleada de un club de alterne acusada de estafar casi un millón de euros a un cliente dice que él se enamoró
«Él sabía perfectamente que me tenía que pagar para estar conmigo», ha afirmado la procesada
La trabajadora de un club de alterne de Cantabria acusada de estafar casi un millón de euros a un cliente ha asegurado que el hombre se enamoró de ella y que ella le pedía dinero para sus «cosas», no para enfermedades, operaciones, accidentes o situaciones familiares extremas, como sostienen las acusaciones.
«Él sabía perfectamente que no le engañaba. El dinero era para mí, para mis gastos», ha manifestado la procesada este lunes en el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial en el que se enfrenta a siete y ocho años de cárcel que piden la fiscal y la víctima.
La mujer, de 32 años y natural de Rumanía, ha relatado en la vista que conoció al hombre, profesor jubilado, en 2015 en el club donde ella trabajaba. «Se enamoró de mí», ha destacado, para indicar que fuera de su jornada laboral salían «muchas veces», como «pareja». «Le encantaba estar conmigo», ha reafirmado. Pero «él sabía perfectamente que me tenía que pagar para estar conmigo».
Y aunque ha negado conocer el patrimonio que tenía el hombre -«claro que no: nunca pregunto yo esas cosas»-, sí ha admitido que le pedía dinero, pero para sus «cosas». «El sabía que no era para operaciones», ha puntualizado, reconociendo únicamente una intervención de cirugía, pero estética (de los pechos).
«Me daba dinero para mis cosas», ha insistido la acusada, que ha achacado la denuncia al cese de la relación «mercantil» entre ambos -«me estaba pagando por un servicio», ha reiterado- y ha considerado que las enfermedades, operaciones o accidentes se las «inventaba» el hombre, que tenía que dar «explicaciones» o «justificaciones» a su hermano y un amigo que le habían prestado dinero para dárselo a ella después de que él se quedara sin patrimonio.
La víctima ha alegado por su parte que la relación fue «esporádica» y que ella constantemente «necesitaba dinero», en cantidades «astronómicas» y por distintas situaciones, «siempre muy al límite, de vida o muerte», que le exponía «con mucha historia, bien hilada y mucha inventiva». «Si habla cien veces, ciento una miente», ha remachado.
Así, se vio «metido en un pozo», en el que si no le daba más sumas, «cerraba la puerta» a que le devolviese las anteriormente prestadas, que ella «siempre prometía» reintegrar. «Yo le mandaba cantidades de dinero con la idea de recuperar la deuda», ha confesado. Esto le llevó, a él y su hermano, a tener que «vender todo nuestro patrimonio», hasta que llegó a la «conclusión» de que no le tenía que dar «ni un duro más».
((Habrá ampliación))