La deforestación en Brasil alcanza su mayor nivel desde 2008 e incrementa un 9,5% respecto al año anterior
La deforestación de las selvas tropicales en la región amazónica brasileña ha alcanzado su mayor nivel desde 2008, después de que entre agosto de 2019 y julio de 2020, 11.088 kilómetros cuadrados de selva hayan sido talados en la región, un incremento del 9,5 por ciento respecto al año anterior, según los datos proporcionados este lunes por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) del país.
En comparación con el anterior período, la deforestación ha aumentado un 9,5 por ciento, una cantidad que supone la mayor superficie deforestada desde 2008 y corresponde a un ritmo de deforestación de unos 4.430 campos de fútbol por día, o tres campos de fútbol por minuto.
Los estados que más deforestación han registrado han sido Pará, Mato Grosso, Amazonas y Rondonia.
A pesar de las alarmantes cifras, el Gobierno del presidente, Jair Bolsonaro, quiere desarrollar y fomentar todavía más el potencial económico de la región a través de destinar más tierras para la agricultura, la minería y la producción de energía, en un contexto de continuo rechazo a las críticas internacionales que se ciernen sobre sus políticas medioambientales.
«Hemos perdido un área 7,29 veces el tamaño de la ciudad de Sao Paulo, lo que representa 626 millones de árboles cortados, es decir, tres árboles perdidos por cada brasileño. (…) Y, sin embargo, la respuesta del Gobierno federal al incremento de la deforestación ha sido maquillar la realidad, militarizar cada vez más la protección ambiental y trabajar para frenar la acción de la sociedad civil, dañando nuestra democracia», ha denunciado una portavoz de Greenpeace en Brasil, Cristiane Mazzetti.
Mazzetti, además, ha criticado «la visión de desarrollo del Gobierno de Bolsonaro, que nos remite al pasado», una visión «retrógrada que no convence a la mayoría de brasileños y no hace justicia a los esfuerzos necesarios para afrontar la crisis climática».
En este sentido, desde la organización ecologista han recordado la importancia que tiene la Amazonía, en tanto que es «fundamental para regular el sistema climático global y para esparcir la lluvia a otras regiones del país. Si no presionamos para frenar la destrucción, esta factura, que ya ha comenzado a llegar, se encarece cada día más».
Y no solo la parte brasileña se ve sometida a altas tasas de deforestación, la parte colombiana, por ejemplo, está acechada por grupos armados para sacarlos de las zonas protegidas y poder operar con total impunidad, según ha denunciado el Fondo Mundial para la Naturaleza.
No obstante, las cifras de Brasil son las más altas, especialmente después del desmantelamiento de algunas agencias ambientales del país por parte de la Administración Bolsonaro, como el Instituto Brasileño de Medioambiente y Recursos Naturales (IBAMA), y las políticas ambientales del Ejecutivo, que «nos han llevado a una tasa casi tres veces superior a la meta de reducción de la deforestación que determina la ley para 2020», concluyen Greenpeace.