La contaminación del aire y su amenaza para la salud están distribuidas de manera desigual en el mundo

El último Índice de Calidad de Vida del Aire (AQLI, por sus siglas en inglés) 2021 de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) ha mostrado que, a medida que la contaminación global aumentó en 2021, también aumentó su carga sobre la salud humana y que este impacto está distribuido de manera desigual en el mundo, siendo más prominentes en países como Blangladesh, India o China.

Si el mundo redujera permanentemente la contaminación por partículas finas (PM2,5) para cumplir con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la persona promedio agregaría 2,3 años a su esperanza de vida, o un total combinado de 17,8 mil millones de años de vida salvados en todo el mundo.

Estos datos dejan claro que la contaminación por partículas sigue siendo el mayor riesgo externo para la salud humana en el mundo, con un impacto en la esperanza de vida comparable al del tabaquismo, más de tres veces mayor que el del consumo de alcohol y agua contaminada, y más de cinco veces mayor que el de las lesiones en el transporte, como accidentes automovilísticos. Sin embargo, el desafío de la contaminación en todo el mundo es enormemente desigual.

«Tres cuartas partes del impacto de la contaminación del aire en la esperanza de vida mundial se producen en solo seis países: Bangladesh, India, Pakistán, China, Nigeria e Indonesia, donde las personas pierden entre uno y más de seis años de vida debido al aire que respiran», asegura el profesor de Economía con Servicio Distinguido Milton Friedman y creador del AQLI junto con colegas del Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago (EPIC), Michael Greenstone.

De hecho, muchos países contaminados carecen de infraestructura básica contra la contaminación del aire. Asia y África son los dos ejemplos más conmovedores. Estos dos países contribuyen con el 92,7 por ciento de los años de vida perdidos debido a la contaminación.

Sin embargo, solo el 6,8 y el 3,7 por ciento de los Gobiernos de Asia y África, respectivamente, proporcionan a sus ciudadanos datos sobre la calidad del aire de forma totalmente abierta. Además, solo el 35,6 y el 4,9 por ciento de los países de Asia y África, respectivamente, cuentan con normas de calidad del aire, el componente más básico de las políticas.

Las inversiones colectivas actuales en infraestructura global para la calidad del aire tampoco coinciden con los lugares donde la contaminación del aire está causando el mayor costo en vidas humanas. Si bien existe un gran fondo global para el VIH/SIDA, la malaria y la tuberculosis que desembolsa anualmente cuatro mil millones de dólares para estos problemas, no existe un conjunto equivalente de recursos coordinados para la contaminación del aire.

De hecho, todo el continente africano recibe menos de 300.000 dólares en fondos filantrópicos para la contaminación del aire (es decir, el precio medio actual de una vivienda unifamiliar en Estados Unidos). Solo 1,4 millones de dólares van a Asia, fuera de China y la India. Mientras tanto, Europa, Estados Unidos y Canadá reciben 34 millones de dólares, según el Fondo para el Aire Limpio.

«Los datos oportunos, confiables y abiertos sobre la calidad del aire pueden ser la columna vertebral de los esfuerzos de la sociedad civil y los gobiernos por lograr un aire limpio, proporcionando la información que las personas y los gobiernos carecen y que permite tomar decisiones políticas más informadas», afirma la directora de AQLI, Christa Hasenkopf.

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