La abdicación del emperador Akihito marca el fin de una época en Japón
Primer soberano en renunciar en 200 años, durante su reinado ha tratado de cerrar las heridas dejadas por la Segunda Guerra Mundial
TOKIO, 28 (DPA/EP)
El emperado Akihito abandonará el Trono del Crisantemo, al que ascendió tras la muerte de su padre el emperador Hirohito en enero de 1989, el 30 de abril, convirtiéndose así en el primer monarca en abdicar desde que lo hiciera en 1817 el emperador Kokaku.
Nacido el 23 de diciembre de 1933, Akihito es el hijo mayor varón y el quinto vástago de Hirohito, en cuyo nombre luchó y perdió Japón durante la Segunda Guerra Mundial, y la emperatriz Nagako. Durante su infancia, fue testigo de los tumultuosos años de un militarista Japón bajo la batuta de su padre y su ignominiosa derrota.
Tras convertirse en príncipe heredero con 18 años, se graduó cuatro años después en la Universidad Gakushuin de Tokio. En 1959, Akihito rompió con la tradición al casarse con Michiko Shoda, una plebeya e hija mayor del presidente de una compañía. La pareja se conoció jugando al tenis en Karuizawa, un conocido centro de veraneo al norte de Tokio, de ahí que su historia de amor fuera calificada de «romance de la pista de tenis».
El matrimonio tiene dos hijos, el príncipe heredero Naruhito y el príncipe Akishino, y una hija, Sayako Kuroda, quien ya no es miembro de la familia imperial tras haber contraído matrimonio, así como cuatro nietos.
125 EMPERADOR DE JAPÓN
Desde que Akihito se convirtió en el 125 emperador de lo que Japón asegura que es la monarquía hereditaria más antigua del mundo –el primer emperador fue Jimmu, quien habría gobernado entre el 660 y el 585 antes de Cristo–, ha hecho esfuerzos por curar las heridas dejadas por la Segunda Guerra Mundial en Asia.
En 1991, el emperador visitó Tailandia, Malasia e Indonesia en su primer viaje oficial al extranjero. También viajó a China en 1992 y en 1993 a la isla japonesa de Okinawa (sur), donde tuvo lugar una de las pocas batallas terrestres en el país durante la contienda.
En 2016, la pareja imperial visitó Filipinas para rendir tributo a los muertos en la guerra, ya que ese año se conmemoraba el 60 aniversario de la normalización de relaciones diplomáticas entre los dos países.
Durante la Segunda Guerra Mundial, «feroces batallas entre Japón y Estados Unidos tuvieron lugar en suelo filipino, que tuvieron como resultado la pérdida de muchas vidas de filipinos y muchos filipinos heridos», reconoció el emperador en Manila.
«Esto es algo que nosotros, los japoneses, nunca debemos olvidar y pretendemos mantener esto grabado en nuestros corazones durante nuestra visita», añadió.
En Japón, la pareja ha viajado a zonas golpeadas por desastres naturales y se ha arrodillado para escuchar a los afectados. Durante sus 30 años de reinado, el país sufrió grandes desastres. En 1995, un terremoto de magnitud 7,3 golpeó la ciudad de Kobe, en el oeste del país, dejando más de 6.400 muertos.
MENSAJE TRAS LA TRAGEDIA DE FUKUSHIMA
En 2011, Akihito ofreció por sorpresa un mensaje televisado al país tras el terremoto y posterior tsunami que dejó unos 18.500 muertos y desencadenó el peor accidente nuclear sufrido por el país en la central de Fukushima.
En un acto el pasado febrero con motivo del 30 aniversario de su reinado, el emperador reconoció que le conmovió que tanta gente se movilizara para ayudar a los afectados. «En todo el país, la gente compartió el dolor de esas comunidades como si fueran propias y estuvo con sus compatriotas de diversas maneras. Estos son algunos de los recuerdos más imborrables de mi reinado», aseguró.
Akihito también es un entusiasta ecologista y ha realizado estudios sobre pesca, además de ser miembro de la Sociedad de Ictiología de Japón. Sus investigaciones han sido publicadas en diarios científicos.
El emperador, que ahora tiene 85 años, ha sufrido varios problemas de salud en la segunda mitad de su mandato. Fue intervenido por cáncer de próstata en 2003 y sufrió problemas relacionados con el estrés en 2008. En 2012 se sometió a un bypass.
En el verano de 2016, el emperador indicó su deseo a abdicar en un inusual mensaje de vídeo, explicando que le preocupaba que su salud en declive le complicara el cumplir con sus funciones. Dado que el emperador no tiene ningún poder político, no puede discutir directamente su abdicación, por lo que el Parlamento nipón aprobó una ley ad hoc en junio de 2017 para permitirle dejar el trono.