Investigadores proponen tres formas para distribuir las vacunas de manera más justa y eficaz
Un equipo de investigación internacional ha publicado un artículo en la revista científica BMJ Global Health en el que sugieren tres maneras de distribuir la vacuna contra la COVID-19 de forma más justa y eficaz para que los habitantes de los países pobres la reciban lo antes posible.
«Aunque muchas personas de los países ricos recibirán la vacuna contra el COVID-19 este año, muchas personas de los países pobres probablemente tendrán que esperar años para obtenerla. La asignación ética de las vacunas requiere cerrar esta brecha y garantizar que todos puedan acceder a una vacuna lo antes posible. Debemos aumentar la fabricación, la distribución y la aceptación de las vacunas. Los países ricos no deberían dar prioridad a sus poblaciones», explica una de las científicas, Nicole Hassoun, de la Binghamton University (Estados Unidos).
Han surgido varias propuestas que ofrecen directrices sobre cómo distribuir la vacuna de forma justa. Entre ellas se encuentra COVAX, una colaboración que reúne a gobiernos, empresas, organizaciones internacionales y otros para acelerar el desarrollo y la fabricación de las vacunas. En la actualidad, COVAX está configurado para que en una primera fase los países pobres puedan vacunar al 3 por ciento de su población, mientras que los países ricos pueden vacunar hasta el 50 por ciento.
Según estos científicas, las propuestas de distribución equitativa deben abordar los problemas de salud de los individuos. «Además, dado que la mayoría de los individuos tienen pocas opciones en cuanto a su país de origen o residencia, no debemos discriminarlos por su ubicación. Una propuesta justa no puede permitir que los países ricos acaparen vacunas o den prioridad a su propia población. Tampoco puede dar menos prioridad a los individuos simplemente porque viven en un país con menos infraestructura, capacidad o voluntad de distribuir vacunas», argumentan.
De la misma forma, esgrimen que los principios de asignación deben centrarse explícitamente en los efectos sanitarios directos e indirectos de la COVID-19. Los efectos sanitarios directos incluyen la muerte y la discapacidad causadas (total o parcialmente) por el virus. Los efectos sanitarios indirectos incluyen la muerte y la discapacidad causadas (total o parcialmente) por la respuesta social al virus.
Asimismo, y para lograr el mayor impacto sanitario mundial, consideran necesario ayudar a los países en la distribución, producción y consumo de vacunas. «Un sistema de asignación equitativa debe considerar cómo la distribución de las vacunas determinará el éxito de cualquier estrategia que se adopte», detallan.
«Muchas propuestas de asignación equitativa dejan que los países ricos den prioridad a sus poblaciones. Debemos combatir esta mentalidad de escasez y ampliar el acceso, en lugar de limitarnos a desplazar los recursos», concluye Hassoun.