Investigadores españoles hallan biomarcadores celulares que predicen la mortalidad en pacientes con Covid-19
El servicio de Inmunología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid ha publicado un estudio en el que se han analizado las principales subpoblaciones de linfocitos en una gran serie de pacientes que ingresaron en el hospital al inicio de la pandemia por Covid-19.
En concreto, el análisis, en el que se ha analizado sangre periférica de 701 pacientes consecutivos (con infección por COVID-19 confirmada por PCR) mediante citometría de flujo multiparamétrica en el momento del ingreso, ha evidenciado que una disminución en el recuento de las células T (CD4 y CD8) y un aumento proporcional de los niveles de células NK fueron marcadores tempranos de mortalidad hospitalaria.
Esta técnica se utiliza habitualmente para el estudio de las situaciones de inmunodeficiencia ya que permite analizar las diferentes estirpes y tipos de linfocitos con gran precisión. La citometría de flujo se incorporó a la práctica clínica tras la pandemia producida por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y es una herramienta fundamental para el estudio de los pacientes con errores innatos del sistema inmune e inmunodeficiencias secundarias.
En este estudio de pacientes con infección por SARS-CoV-2, se confirma que las alteraciones linfocitarias también constituyen biomarcadores que permiten predecir cuál va a ser la evolución de la enfermedad. Los linfocitos T y NK (Natural Killer) están implicados en el control y destrucción de las células del organismo infectadas por virus.
En aquellos pacientes con COVID-19 que tienen niveles normales de linfocitos totales o sólo mínima disminución en su número (linfopenia leve), resulta todavía más importante medir estas subpoblaciones como factor de mal pronóstico, con respecto a la gravedad de la enfermedad.
Los resultados indican que una disminución de células T CD4 o T CD8, o la expansión de células CD56/CD16, aumentan el riesgo de muerte intrahospitalaria, independientemente de la edad y comorbilidades de los pacientes.
Al igual que en otros estudios publicados, la enfermedad asociada más común en esta serie de pacientes fue la hipertensión en 305 casos (43,5%); 224 (32%) casos tenían dislipidemia, o algún tipo de alteración de los niveles de colesterol y/o triglicéridos; 123 (17,5%) diabetes mellitus y 44 (6,3%) enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Asimismo, se detectó una frecuencia significativamente mayor de hipertensión, diabetes mellitus, dislipidemia, EPOC, enfermedades cardíacas o renales y cáncer en el grupo de pacientes fallecidos en comparación con los supervivientes.
«La generación, recogida y análisis de los datos se llevaron a cabo en un periodo de máxima presión asistencial y nuestro trabajo ha tenido como objetivo estudiar una gran serie de pacientes con COVID-19 para determinar el uso clínico de estos parámetros inmunológicos en las primeras etapas de la enfermedad», ha detallado la directora de este trabajo del Servicio de Inmunología del Hospital Gregorio Marañón, Juana Gil Herrera.
Por tanto, la medición de estos biomarcadores, cuando se realizan en pacientes con COVID-19 al ingreso, contribuye a predecir de forma rápida qué pacientes infectados evolucionarán con mal pronóstico, en este caso muerte, y cuáles no. En este sentido, los expertos han destacado la importancia de incluir el análisis de las subpoblaciones T y NK en el perfil de estudio de los pacientes COVID-19 al momento del ingreso hospitalario.
Sin embargo, estas alteraciones linfocitarias tienden a la normalización una vez superada la infección por SARS-CoV-2, careciendo de significado en el seguimiento post-COVID-19 en la mayoría de los casos que hemos observado. En el estudio también han participado el Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y el Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón (IiSGM).