Investigadores españoles demuestran la influencia de la temperatura en la incidencia de COVID-19

Un equipo de especialistas de la Universidad de Cantabria (UC), el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV) y el Instituto de Investigación Sanitaria de Valdecilla (IDIVAL) han demostrado la asociación entre la temperatura media y la incidencia acumulada de COVID-19 en España.

Así se desprende del estudio que han realizado analizando los datos meteorológicos y sanitarios de las distintas provincias, en busca de un patrón geográfico de la enfermedad en relación con las variables de las tres primeras olas, según ha informado la UC en un comunicado.

Bajo el título Influencia de los factores meteorológicos en la incidencia de COVID-19 en España , los resultados de este estudio ecológico se recogen en un artículo publicado en la revista Medicina Clínica y firmado por Carmen Valero, Daniel Pablo Marcos, Nuria Puente, José Antonio Riancho -todos adscritos al Departamento de Medicina Interna del HUMV, al IDIVAL y a la UC-, y Raquel Barba y Ana Santurtún, ambas de la Unidad de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la UC.

«Las provincias españolas que tuvieron una temperatura mayor registraron una menor incidencia acumulada de COVID, mientras que en las más frías hubo mayor incidencia», explica Carmen Valero, especialista en Medicina Interna HUMV y profesora titular de la UC. En concreto, las que tuvieron menos de 10 grados duplicaron los datos epidemiológicos de las que tuvieron más de 16 grados.

Según la experta, varios factores pueden explicar esta correlación. «Los cambios en la temperatura podrían afectar a la viabilidad del virus, alterando la membrana lipídica o las proteínas de superficie. También el aire frío y seco puede alterar la barrera mucociliar y la respuesta inmune del individuo».

Por otra parte, los cambios en la temperatura influyen en los hábitos sociales, ya que con el frío se favorece el encuentro en lugares cerrados, sin una correcta ventilación, lo que aumenta el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2, mientras que con mejor temperatura se sale a espacios abiertos.

Como ha apuntado la profesora en la Unidad de Medicina Legal de la UC Ana Santurtún, este tipo de trabajos «ayudan a tener un mejor conocimiento de la estacionalidad del COVID-19», contribuyendo a predecir nuevas olas y a adaptar las campañas de prevención, por ejemplo, tomando medidas para inmunizar a la población de cara al invierno o gestionar mejor los recursos sanitarios.

La incidencia acumulada se calculó con datos del Instituto Nacional Estadística (INE) y de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), y las variables meteorológicas (temperatura, porcentaje de humedad relativa, precipitaciones y viento) se obtuvieron de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) correspondientes a 870 estaciones meteorológicas a escala mensual.

La temperatura explicó las diferencias geográficas encontradas en la incidencia acumulada de COVID-19 en España, con independencia de otros factores meteorológicos y de la densidad de población. Las provincias del interior peninsular, con menor temperatura que las provincias costeras, fueron las que tuvieron mayor incidencia acumulada en España durante las tres primeras olas.

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