Intercambio de aire más rápido en edificios no siempre es beneficioso para niveles de COVID-19, según estudio

Los intercambios de aire rápidos y enérgicos podrían no ser siempre positivos cuando se trata de abordar los niveles de partículas de coronavirus en un edificio de varias habitaciones, según un nuevo estudio de modelización.

La investigación sugiere que, en un edificio de varias habitaciones, los intercambios rápidos de aire pueden propagar el virus rápidamente desde la habitación de origen a otras habitaciones con altas concentraciones. Los niveles de partículas se disparan en las habitaciones adyacentes en 30 minutos y pueden permanecer elevados hasta aproximadamente 90 minutos.

Las conclusiones, publicadas en la revista Building and Environment , proceden de un equipo de investigadores del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico del Departamento de Energía de Estados Unidos. El equipo está formado por expertos en construcción y climatización, así como en partículas de aerosol y materiales virales.

«La mayoría de los estudios han analizado los niveles de partículas en una sola habitación, y para un edificio de una sola habitación, el aumento de la ventilación siempre es útil para reducir su concentración. Pero en el caso de un edificio con más de una habitación, los intercambios de aire pueden suponer un riesgo en las habitaciones adyacentes al elevar las concentraciones de virus más rápidamente de lo que ocurriría en caso contrario», explica Leonard Pease, autor principal del estudio.

El equipo modeló la propagación de partículas similares al SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, a través de los sistemas de tratamiento del aire. Los científicos modelaron lo que ocurre después de que una persona tenga un ataque de tos de cinco minutos en una habitación de un pequeño edificio de oficinas de tres salas, realizando simulaciones con partículas de cinco micras.

Tras esto, analizaron los efectos de tres factores: diferentes niveles de filtración, diferentes tasas de incorporación de aire exterior al suministro de aire del edificio y diferentes tasas de ventilación o cambios de aire por hora. En el caso de las salas de aguas abajo, encontraron un claro beneficio esperado por el aumento del aire exterior y la mejora del filtrado, pero el efecto del aumento de la tasa de ventilación fue menos evidente.

UN AIRE EXTERIOR MÁS LIMPIO REDUCE LA TRANSMISIÓN

Los científicos estudiaron los efectos de añadir distintas cantidades de aire exterior al suministro de aire del edificio, desde la ausencia de aire exterior hasta el 33 por ciento del suministro de aire del edificio por hora. Como se esperaba, la incorporación de más aire exterior limpio redujo el riesgo de transmisión en las habitaciones conectadas.

La sustitución de un tercio del aire del edificio por hora por aire exterior limpio en las habitaciones conectadas redujo el riesgo de infección en aproximadamente un 20 por ciento en comparación con los niveles más bajos de aire exterior que se incluyen habitualmente en los edificios. El equipo señaló que el modelo suponía que el aire exterior estaba limpio y libre de virus. «Más aire exterior es claramente algo bueno para el riesgo de transmisión, siempre que el aire esté libre de virus», apunta Pease.

El segundo factor estudiado, la filtración fuerte, también fue muy eficaz para reducir la transmisión del coronavirus. El equipo estudió los efectos de tres niveles de filtración: MERV-8, MERV-11 y MERV-13, donde MERV significa valor de informe de eficiencia mínima, una medida común de filtración. Un número más alto se traduce en un filtro más potente.

La filtración redujo notablemente las probabilidades de infección en las habitaciones conectadas. Un filtro MERV-8 redujo el nivel máximo de partículas víricas en las habitaciones conectadas a sólo un 20 por ciento de lo que era sin filtración. Un filtro MERV-13 redujo la concentración máxima de partículas víricas en una habitación conectada en un 93 por ciento, a menos de una décima parte de lo que era con un filtro MERV-8.

AUMENTAR LA VENTILACIÓN

El hallazgo más sorprendente del estudio se refiere a la ventilación: el efecto de lo que los investigadores llaman cambios de aire por hora. Lo que es bueno para la sala de origen (reducir el riesgo de transmisión dentro de la sala en un 75 por ciento) no es tan bueno para las salas conectadas.

El equipo descubrió que una tasa rápida de intercambio de aire, 12 cambios de aire por hora, puede causar un pico en los niveles de partículas virales en cuestión de minutos en las habitaciones conectadas. Esto aumenta el riesgo de infección en esas habitaciones durante unos minutos a más de 10 veces lo que era con tasas de intercambio de aire más bajas. El mayor riesgo de transmisión en las habitaciones conectadas se mantiene durante unos 20 minutos.

«Para la sala de origen, está claro que una mayor ventilación es algo positivo. Pero ese aire va a alguna parte. Quizá más ventilación no sea siempre la solución», remacha el investigador.

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