India libera al líder cachemir Faruq Abdulá tras siete meses en prisión por las revueltas en el estado
El Gobierno indio ha ordenado este viernes la puesta en libertad del histórico líder cachemir Faruq Abdulá después de siete meses en prisión dentro de las medidas de contención antidisturbios adoptadas el pasado verano en la región de Jammu y Cachemira.
Abdulá, de 82 años, es el líder político más destacado de la región, de la que ha sido ministro principal hasta en tres ocasiones, así como diputado en el Parlamento nacional en representación de sus votantes.
El político fue detenido el pasado 5 de agosto, cuando el Gobierno indio decidió despojar a la región de su estatus de semiautonomía amparado en una polémica ley de seguridad nacional que concedía, entre otras restricciones, la potestad de detener a personas un mínimo de tres meses sin juicio previo.
«El Gobierno revoca con efecto inmediato la detención del doctor Faruq Abdulá», ha estipulado la orden, promulgada este mismo viernes y divulgada por el alto responsable de seguridad local Rohit Kansal en su cuenta de Twitter.
Asimismo, la liberación ha sido confirmada por la hija del detenido, Safia Abdulá Jan, también en su cuenta de Twitter. «Mi padre es un hombre libre de nuevo», ha escrito.
Quedan pendientes las liberaciones de otros destacados líderes políticos de la región, como el hijo de Abdulá, Omar, o Mehbuba Mufti, la primera mujer que ejerció como ministra jefe del estado.
Mientras tanto, miles de militares siguen desplegados en la región, que durante meses ha sido objeto de restricciones al acceso a Internet y cortes en el servicio telefónico, después de que las tensiones en la zona, de mayoría musulmana y disputada desde hace décadas con Pakistán, alcanzaran un nuevo punto culminante en febrero de 2019, con un atentado que se saldó con la muerte de 40 agentes indios.
El ataque fue reclamado por el grupo armado Jaish-e-Mohammad (JeM), pero India señaló a Islamabad como responsable final del atentado, acusación que Islamabad negó categóricamente.
Tras el atentado comenzó una ola de protestas de los musulmanes para denunciar nuevas persecuciones de las autoridades indias, que desembocaron en la declaración del estado de emergencia y la suspensión del estatus de la región.