Imitar a la ultraderecha en migración y vender logros de la UE no ayudará a ganar votos en las europeas, según ECFR
El think-tank aconseja a los proeuropeos buscar estrategias a nivel nacional puesto que la extrema derecha no es un frente unificado
Los partidos tradicionales en Europa cometerían un grave error si de cara a las elecciones europeas del próximo mes de junio apuestas por imitar a la ultraderecha asumiendo sus posturas, sobre todo en lo relativo a la inmigración, y apostar por vender los logros de la UE en los últimos años, como la respuesta frente a la COVID-19 o la invasión rusa de Ucrania, según un estudio del European Council on Foreign Relations (ECFR).
Ante la perspectiva de que los partidos de extrema derecha ganen terreno en la Eurocámara, muchos de los partidos tradicionales –conservadores, socialdemócratas y liberales– «parecen haber adoptado una doble estrategia» que consiste en «imitar las políticas sobre inmigración de la extrema derecha y promover una narrativa centrada en los éxitos de la UE» frente a crisis como la pandemia, el cambio climático o la guerra en Ucrania, señala el think-tank .
Sin embargo, esta estrategia estaría equivocada a la luz de los resultados obtenidos en el sondeo que ha realizado entre más de 17.000 europeos en doce de los 27 países de la UE –Austria, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumanía, España y Suecia– para entender cómo están los ánimos en todos ellos de cara a las elecciones al Parlamento Europea del 6 al 9 de junio.
«La inmigración no es tan central como piensan muchos políticos» y «centrarse en la agenda positiva de la Comisión Europea también podría beneficiar de forma contraproducente a los partidos anti europeos porque los europeos tienen una percepción negativa del historial de la UE en la respuesta a crisis», advierten en el informe Un nuevo mapa político: entendiendo bien las elecciones al Parlamento Europeo elaborado por Ivan Krastev y Mark Leonard.
Según el pronóstico hecho por este mismo think-tank en enero, los partidos populistas antieuropeos serán primera fuerza en nueve países (Austria, Bélgica, República Checa, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Eslovaquia) y serán segundos o terceros en otros nueve (Bulgaria, Estonia, Finlandia, Alemania, Letonia, Portugal, Rumanía, España y Suecia).
Sin embargo, Krastev y Leonard sostienen, a la luz del sondeo realizado, que «los partidos pro europeos tienen una oportunidad de terminar en una posición mucho mejor de la que esperan y con una mayoría operativa en el Parlamento Europeo», donde tradicionalmente el Partido Popular Europeo (PPE) y los socialdemócratas han hecho avanzar a la UE, con apoyos puntuales también de los liberales.
RECUPERAR LA INICIATIVA
Para que esto ocurra, añaden, «los líderes europeos tienen que abandonar algunos de los mitos en los que viven actualmente y tienen que recuperar la iniciativa a la hora de fijar los términos del debate» de cara a las próximas elecciones.
En este sentido, «no deberían hacer de esta una elección sobre inmigración o sobre los éxitos de la última Comisión Europea» comandanda por Ursula Von der Leyen, quien precisamente confía repetir mandato, «y no deberían elegir entre una estrategia de polarización o fragmentación a nivel europeo».
Por el contrario, lo que deberían hacer los partidos tradicionales proeuropeos, según este informe, es «adoptar toda una serie de estrategias diferenciadas a nivel nacional», a la luz de su propia escena política, con el objetivo de «movilizar a sus partidarios sin provocar a los votantes de extrema derecha».
El ECFR llama la atención sobre el hecho de que los partidos de ultraderecha no constituye un «frente unificado» y han mostrado «niveles muy bajos de cohesión y una capacidad limitada para cooperar», e incide en que los partidos anti europeos han tenido trayectorias diferentes.
Así, pone el ejemplo de Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, que ha pasado de ser considerado un «movimiento radical post fascista» a ser visto como un partido convencional por muchos en Europa, mientras que el polaco Ley y Justicia (PiS) ha evolucionado de ser una de las fuerzas detrás del grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECF) junto con los tories británicos a ser considerado como anti europeo.
NO CABE UNA ESTRATEGIA ÚNICA
Por tanto, inciden, los partidos tradicionales «no pueden depender de una estrategia común para repeler a la extrema derecha» y tienen que tener cuidado cuando se les presenta como anti europeos. En países como Italia o España, la mayoría de ciudadanos no percibe que los líderes de la ultraderecha busquen sacar al país de la UE.
Sin embargo, en los casos de Alemania, Austria, Suecia y Países Bajos, los líderes ultraderechistas sí son percibidos como anti europeos. Esto supone un reto para el resto de partidos ya que al recordar esta cuestión a sus propios votantes para intentar movilizarlos lo que podrían hacer de forma inadvertidas es fomentar la movilización de los votantes de extrema derecha.
Copiar las políticas de mano dura de la extrema derecha respecto a la inmigración, tanto a nivel nacional como a nivel europeo tampoco es la solución, según el ECFR, puesto que «la mayoría de los europeos no consideran la migración el mayor desafío al que se enfrenta la UE». En los doce países encuestados, el 34% dice estar preocupado por la inmigración, el 16% está preocupado por la emigración y el 31% está preocupado por ambos fenómenos.
Por otra parte, el sondeo pone de manifiesto que un gran número de votantes percibe que pese a lo que digan o hagan en público lo que quieren los líderes de los partidos pro europeos es «abrir su país a inmigrantes y refugiados». Así pues, «cuesta imaginar que ningún votante de ultraderecha pueda verse atraído por un partido tradicional solo porque este intente imitar a la extrema derecha en materia migratoria».
VENDER LOS ÉXITOS PUEDE SER CONTRAPRODUCENTE
Tampoco parece dar dividendos destacar los éxitos de la UE en los últimos años. Así, en lo relativo a la gestión de la pandemia, hay una brecha entre la percepción de la UE de que se hizo bien y cómo lo ven buena parte de los ciudadanos. Solo en Portugal y España son mayoría quienes creen que el bloque tuvo un papel positivo en la respuesta.
Lo mismo ocurre en lo relativo a la invasión rusa de Ucrania. Solo en Suecia, Portugal, Países Bajos y Polonia son más quienes creen que la respuesta europea ha sido positiva. El apoyo a Ucrania es una cuestión muy divisiva así que «los líderes europeos se equivocarían si ensalzan demasiado el apoyo de Europa» a Kiev, advierte el ECFR.
Por tanto, la «tentación» de los partidos convencionales de enfocar sus campañas en comunicar los éxitos de la UE «sería un error» puesto que convertiría este asunto en «objetivo fácil» para la ultraderecha, «cuyo electorado tiene una visión especialmente negativa de la gestión de las distintas crisis por parte de la UE, y que podría terminar movilizando más votantes que los partidos pro europeos».
SE VOTA EN CLAVE NACIONAL
Populares, socialdemócratas y liberales «tienen que recordar que las elecciones al Parlamento Europeo son fundamentalmente nacionales en la forma en que la gente vota», de ahí el que deban «buscar formas específicas a nivel nacional para movilizar a los votantes al tiempo que trabajan para rebajar los resultados de los euroescépticos».
Entre otros, el ECFR propone centrar la atención en los indecisos, una gran mayoría de los cuales, incluido en España, son mujeres, y también movilizar a sus votantes «poniendo de relieve lo que está en juego en estas elecciones», subrayando los «riesgos» para cuestiones como el medio ambiente o medidas económicas y sociales si aumenta la ultraderecha, o «presentar las elecciones como una prueba de si la extrema derecha podría ser frenada a nivel nacional», algo particularmente relevante, según el ECFR, en países como Francia, Alemania o España.