Identifican un nuevo biomarcador diagnóstico y de mortalidad cardiovascular relacionado con la microbiota intestinal

Diversos investigadores han identificado el trimetilamina-N óxido (TMAO), un producto de la degradación de ciertos nutrientes generado por las bacterias intestinales, que podría ser un nuevo biomarcador diagnóstico y de mortalidad cardiovascular en la enfermedad arterial periférica (EAP) y podría postularse como una nueva diana terapéutica en pacientes con enfermedad vascular crónica.

«El hecho de que diferentes investigaciones coincidan en la implicación de TMAO en la patología cardiovascular y trombótica, sugiere que inhibir la producción de este metabolito podría ser una alternativa terapéutica», ha dicho la doctora del Laboratorio de Aterotrombosis del Cima Universidad de Navarra, Carmen Roncal, durante el VI Curso de Residentes, organizado por la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH).

Además, la experta ha informado sobre diferentes resultados que apuntan a que los niveles de TMAO también están elevados en pacientes con EAP sintomática y se asocian a una peor función vascular, renal e inflamación.»Por todo esto, los niveles elevados de TMAO se asocian a mayor mortalidad cardiovascular», y en consecuencia, este parámetro puede ser un biomarcador diagnóstico y de mortalidad cardiovascular en la enfermedad arterial periférica», ha subrayado.

Por su parte, el profesor del Centro de Hemofilia y Trombosis de Sheffield (Reino Unido), Michael Makris, se ha referido a las novedades terapéuticas en hemofilia, recordando que el número de tratamientos para hemofilia está aumentando rápidamente.

No obstante, el experto ha insistido en que la tendencia más consolidada es el uso de productos de vida media prolongada, que permiten alargar los tiempos de administración (en hemofilia B, una inyección cada dos semanas en lugar de las dos semanales con los factores clásicos; y en hemofilia A, dos inyecciones semanales en lugar de las tres con los tratamientos estándar) con la misma efectividad y sin riesgo hemorrágico para el paciente.

Asimismo, el experto ha reconocido compartir el «gran interés» que suscita la terapia génica, que es una línea «muy prometedora» porque permite, incluso, con una sola administración del factor VIII, mantener el factor durante más de un año. Sin embargo, ha hecho una llamada a la prudencia porque todavía está pendiente llevar a cabo estudios de seguridad a largo plazo, ya que en algunos pacientes en los que se ha probado han aparecido efectos adversos importantes.

Otra cuestión que los expertos han llamado la atención en el campo de la trombosis es sobre cómo revertir la anticoagulación. De hecho, el profesor ha analizado las diferentes opciones y, según su experiencia, la vitamina K y los concentrados de complejo protrombínico siguen siendo los fármacos más interesantes para inhibir los tratamientos con antivitamina K, mientras que en el caso del dabigatrán, el idarucizumab revierte muy eficazmente su efecto anticoagulante.

Finalmente, el jefe del Servicio de Anestesiología-Reanimación del Hospital Doctor Peset de Valencia, Juan Vicente Llau, ha analizado la estrategia guiada por ROTEM (tromboelastrometría) en hemorragia masiva, mientras que el jefe del Servicio de Cirugía Vascular y Angiología del Hospital Universitario de Salamanca, Francisco Lozano, ha centrado su exposición en las trombosis venosas asociadas a síndromes compresivos.

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