Identifican las causas que precipitan la aparición de la fase más grave de la cirrosis
Una nueva investigación liderada y coordinada desde Barcelona por el profesor Jonel Trebicka e investigador clínico de la European Foundation for the Study of Chronic Liver Failure (EF Clif) ha identificado que las infecciones bacterianas y la hepatitis alcohólica aguda grave, tanto de manera independiente como en combinación, son los principales factores precipitantes tanto de la descompensación aguda de la cirrosis como de la insuficiencia hepática aguda sobre crónica (ACLF, por sus siglas en inglés), la fase más grave de la cirrosis.
Ocurre así hasta en el 96 por ciento de los casos analizados, según los resultados de este trabajo publicado en la revista científica Journal of Hepatology y realizado en el marco del estudio PREDICT , un proyecto de ámbito europeo, prospectivo y observacional que persigue caracterizar el curso clínico de la descompensación aguda de la cirrosis con el objetivo de predecir el desarrollo del síndrome ACLF. La investigación ha contado con la participación de 136 investigadores de 47 hospitales de 15 países europeos del EASL Clif Consortium.
Hasta ahora se pensaba que la descompensación aguda de la cirrosis se iniciaba por un empeoramiento agudo de la cirrosis estable a través de diversos eventos precipitantes. En 2013, el estudio CANONIC caracterizó el síndrome ACLF como el fenotipo más grave de la cirrosis descompensada aguda. Recientemente, la primera investigación del estudio PREDICT ha demostrado que la cirrosis descompensada presenta diferentes fenotipos clínicos. Varias investigaciones derivadas de ambos estudios demuestran que la inflamación sistémica conlleva una disfunción multiorgánica, cuyo resultado son los distintos fenotipos, como el Pre-ACLF y el ACLF.
La investigación del estudio PREDICT , liderado por investigadores de la EF Clif, fue dirigida a identificar los principales eventos precipitantes de la descompensación aguda de la cirrosis e investigar la asociación del tipo y cantidad de los mismos con el curso clínico temprano y el pronóstico en pacientes hospitalizados con cirrosis descompensada con o sin ACLF. Los investigadores de la EF Clif han identificado un conjunto de eventos precipitantes que se asocian a un pronóstico y curso clínico diferente en los pacientes con cirrosis descompensada. Además de las infecciones bacterianas y de la hepatitis alcohólica aguda grave también destacan la hemorragia gastrointestinal con shock hipovolémico y la encefalopatía tóxica.
Respecto al impacto de estos eventos precipitantes sobre la mortalidad de los pacientes con cirrosis descompensada y ACLF, los investigadores detectaron que, si bien el tipo de evento precipitante no influye en la supervivencia del paciente, el número de eventos identificables sí está asociado a un aumento de la mortalidad a los 90 días.
MEJORA DEL TRATAMIENTO DEL PACIENTE CON CIRROSIS DESCOMPENSADA
El descubrimiento realizado por el grupo de investigadores liderado por la EF Clif abre la puerta a una mejora el manejo de este tipo de pacientes. Teniendo en cuenta que más del 96 por ciento de ellos mostraron como principales eventos precipitantes la infección bacteriana probada y/o la hepatitis alcohólica aguda grave, los resultados sugieren que diagnosticar, prevenir y tratar adecuadamente estas causas es fundamental para mejorar el pronóstico en la cirrosis descompensada.
En este sentido, el estudio recoge que el tratamiento antibiótico empírico adecuado de las infecciones bacterianas probadas se asoció con una menor tasa de desarrollo de ACLF (21,3% frente a 39,2%). «Este hallazgo en concreto es especialmente relevante», afirma Javier Fernández, investigador clínico de la EF Clif (Hospital Clínic de Barcelona) y experto en el campo de las infecciones. Además, el tratamiento antibiótico empírico adecuado se asoció con una menor mortalidad a los 90 días tanto en pacientes con cirrosis descompensada (un 16,9% frente al 36,5%) como en pacientes con ACLF (44,2% frente a 66,2%).
«La identificación de estos eventos precipitantes nos permite abordar el diagnóstico de los pacientes con mayor certeza, desarrollando estrategias preventivas y terapéuticas específicas dirigidas al control de los eventos precipitantes que hemos detectado y mejorar, en definitiva, su calidad de vida», concluye Jonel Trebicka.