El calentamiento global reducirá un 30 por ciento la producción agrícola mundial en 2050 si no se toman medidas

Los efectos del calentamiento global reducirán en un 30 por ciento la producción agrícola mundial de aquí a 2050, si no se adoptan las medidas adecuadas; y, en el caso del maíz, trigo y otros cultivos, la disminución podría ser de hasta el 80 por ciento en el África meridional.

Así lo refleja el informe Emergencia climática, producción de alimentos y Comercio Justo presentado este jueves por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo con motivo de la celebración de la Cumbre del Clima que comienza el próximo 7 de noviembre en Egipto.

«Desde la producción hasta el consumo, el comercio internacional provoca un impacto significativo en la crisis climática», ha declarado la directora ejecutiva de la organización mundial del Comercio Justo, Leida Rijnhout, quien ha destacado que el sistema de comercio mundial «necesita una transición urgente hacia prácticas sostenibles, incluyendo la dimensión social que es la otra cara de la moneda de esta crisis».

Por su parte, el responsable de cambio climático de Fairtrade Internacional, Juan Pablo Solís, ha advertido de que no se puede esperar «que las pequeñas organizaciones agrícolas, que ya de por sí viven una situación de pobreza y vulnerabilidad y a quienes se les pagan precios muy bajos por su producción, asuman todo el coste de la transición ecológica».

Además, ha recordado que «los países ricos deben cumplir el compromiso de los Acuerdos de París y alcanzar los 100.000 millones de dólares de financiación para ayudar a las comunidades más vulnerables a combatir una crisis que no han provocado».

Según cálculos del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, los países en desarrollo «necesitarían entre 180.000 y 300.000 millones de dólares anuales para acciones de adaptación al cambio climático».

El informe también concluye que el cambio climático supone «una seria amenaza para la producción de alimentos». Los fenómenos extremos como tormentas, huracanes o sequías arrasan los cultivos, destruyen infraestructuras agrícolas y provocan la desertificación y la disminución de tierras cultivables.

El FIDA también alerta de que, si no se realizan las medidas políticas y climáticas adecuadas, la producción de maíz, trigo, mijo, guisantes y otros productos en ocho países del África meridional podría descender hasta un 80%. En el caso del café, la superficie apta para su cultivo se podría reducir en un 50% de aquí a 2050. Y, en términos generales, el rendimiento de la agricultura mundial podría disminuir en un 30 por ciento de aquí a 2050, según una investigación reciente de Oxfam.

Por otro lado, el informe destaca el «importante» papel de las pequeñas organizaciones agrícolas, que constituyen el 95 por ciento de las explotaciones de todo el mundo. Estas son quienes producen un tercio de los alimentos que se consumen a nivel mundial, y en los países en vías de desarrollo suponen entre el 60 y el 80 por ciento de los alimentos consumidos ahí.

EL 80 POR CIENTO DE PERSONAS CON EXTREMA POBREZA VIVEN EN ZONAS RURALES

El estudio señala que el 80 por ciento de las personas en situación de extrema pobreza viven en zonas rurales y por tanto tienen especial dificultades para hacer frente a los efectos del cambio climático y combatirlo. El Banco Mundial estima que de aquí a 2050, 143 millones de personas de América Latina, África subsahariana y Asia meridional podrían emigrar a las ciudades por motivos climáticos.

En el informe se pone de manifiesto el impacto del comercio y la producción convencional en el cambio climático. Diversos organismos de ONU señalan que los niveles insostenibles de producción y consumo son los responsables de las emisiones de una cantidad alarmante de dióxido de carbono y otros gases perjudiciales a la atmósfera.

También revela que la agricultura comercial es la causante del 80 por ciento de la deforestación en todo el mundo y que cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques. Por otro lado, el proceso de degradación del suelo, que ya afecta a más de un tercio de la superficie global, «se ha disparado a causa principalmente de la eliminación de praderas y sabana para fines agrícolas».

Por último, la publicación explica cómo el Comercio Justo y sus prácticas demuestran que «es posible un modelo comercial respetuoso con el medioambiente y con una vida digna para sus trabajadores y trabajadoras». Así, asegura que el pago de precios dignos y estables, la remuneración salarial adecuada, y la formación y asesoría «facilitan a las organizaciones agrícolas realizar una transición ecológica, manteniendo la productividad e ingresos».

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