Muere Fermín Garcés, el camionero convertido a guardia civil que plantó cara a los etarras que asesinaron a Pardines

Fermín Garcés Hualde, el hombre que se enfrentó a los etarras que asesinaron en 1968 al guardia civil José Antonio Pardines, la primera de las más de 800 víctimas mortales en el historial sangriento de ETA, ha fallecido este martes, según fuentes de la Guardia Civil.

Tenía 39 años y era camionero de profesión cuando ocurrieron los hechos, el 7 de junio de 1968, en una carretera a su paso por la localidad guipuzcona de Villabona. Fue entonces cuando se enfrentó a unos desconocidos que acababan de matar a Pardines, de 25 años.

El terrorista que disparó era Txabi Etxebarrieta, que murió horas después en Tolosa en un enfrentamiento con la Guardia Civil. Le acompañaba Iñaki Sarasketa, que fue detenido y condenado a muerte, una pena luego conmutada por la cadena perpetua hasta que fue beneficiado en 1977 por la amnistía y quedó en libertad. Ambos etarras se dirigían a San Sebastián con el objetivo de preparar el atentado contra el inspector de Policía Melitón Manzanas, asesinado también dos meses después de que Pardines se cruzase en el camino.

Garcés desconocía que eran miembros de una banda terrorista que utilizaba la violencia para alcanzar la independencia del País Vasco, que aquel sería el primero de muchos atentados o que el terrorismo etarra volvería a acecharle años después. Se bajó de su camión, se encaró con los terroristas y a continuación salió en busca de ayuda.

El agente Pardines fue asesinado cuando regulaba el tráfico en una zona de obras junto al agente Félix de Diego Martínez, que hacía lo mismo dos kilómetros más adelante. Hasta este segundo guardia llegó Garcés para avisarle de lo sucedido. ETA también mató al guardia Martínez once años después en Irún, cuando ya se había retirado.

DE CAMIONERO A GUARDIA CIVIL

Meses después de aquella experiencia, Garcés decidió bajarse del camión para enrolarse en la Guardia Civil, pasando las pruebas y un proceso de formación hasta que fue destinado a Madrid, en concreto al Servicio de Material Móvil, donde pudo demostrar sus conocimientos como camionero dedicado al mantenimiento del parque automovilístico.

Aunque Garcés no tuvo una vida tranquila, ya que vivía en la sede de la Dirección General de la Guardia Civil, en la calle Guzmán el Bueno de Madrid, cuando ETA puso un coche bomba en las inmediaciones, en 1988, veinte años después del asesinato de Pardines. Murieron un niño de dos años y un director de largometrajes de TVE.

Como miembro del Instituto Armado fue condecorado con la medalla al Mérito de la Guardia Civil con Distintivo Rojo por su acción el día del asesinato de Pardines, pero nunca se le llegó a entregar físicamente la insignia. En 2016, 48 años después, la Benemérita se la entregó y le proporcionó un uniforme nuevo a su medida. Nacido en Navarra, Garcés tenía entonces 87 años de edad y varios hijos.

Dentro de la Guardia Civil, la figura de Pardines, hijo y nieto de guardias civiles, ha estado siempre presente en el recuerdo, en especial entre los miembros del Servicio de Información dedicados a la lucha contra ETA. Precisamente con su nombre bautizaron la operación con la que se arrestó a una cúpula de la banda desarticulada, en septiembre del 2015, en Baigorri (Francia).

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