HRW denuncia que funcionarios franceses someten a «tratos degradantes» a migrantes en campamentos de Calais
La ONG Human Rights Watch ha denunciado la existencia de funcionarios franceses que someten «regularmente» a «tratos degradantes» a los migrantes, adultos y menores, que viven en los campamentos situados en la ciudad de Calais, en el norte de Francia.
La organización ha publicado un informe bajo el título Miseria forzada: el trato degradante de niños y adultos migrantes en el norte de Francia , que documenta «operaciones repetidas de desalojo masivo, acoso policial casi diario y restricciones en la provisión y acceso a asistencia humanitaria».
Es por esto que la directora de HRW para Francia, Benédicte Jeannerod, ha lamentado que «someter a la gente al acoso y la humillación diarios nunca es justificable (…) Si el objetivo es disuadir a los migrantes de que se reúnan en el norte de Francia, estas políticas son un fracaso manifiesto y provocan grandes daños», recoge la ONG en un comunicado.
Se estima que, a mediados de 2021, unas 2.000 personas, incluidos al menos 300 menores no acompañados, se alojaban en los campamentos de Calais y, según grupos humanitarios, varios centenares más se encontraban en un bosque en Grande-Synthe, adyacente a la ciudad de Dunkerque.
Así, la ONG ha puesto de manifiesto que la Policía exige habitualmente a los migrantes que se vayan temporalmente del lugar donde se alojan y es entonces cuando confiscan, y a menudo destruyen, tiendas de campaña, lonas y sacos de dormir que los migrantes no ha logrado llevarse antes de irse.
La Policía sometió a la mayoría de los campamentos de Calais a estas operaciones de desalojo de rutina cada dos días en 2020 y la primera mitad de 2021, mientras que en Grande-Synthe, estos desalojos tenían lugar una o dos veces por semana, dice HRW.
Al mismo tiempo, los agentes también desalojan periódicamente a todos los miembros de un campamento alegando que se trata de operaciones de refugio, sin embargo solo se proporciona un techo durante unos días. Todo ello mediante un proceso que no garantiza la seguridad ni la protección de los menores no acompañados, según ha denunciado la organización.
Por ello, estas prácticas dejan a niños y adultos constantemente en alerta y enfocados en su supervivencia diaria. «Muchos están demacrados, privados de sueño y, como observó la Defensoría del Pueblo, el Defensor de los Derechos de Francia, en septiembre de 2020, en un estado de agotamiento físico y mental «, ha lamentado Human Rights Watch.
Estas actitudes de los agentes de seguridad están acompañadas también por las restricciones legales y prácticas al acceso de la asistencia humanitaria al lugar, según la ONG. Existen ordenanzas locales que prohíben la distribución de alimentos y agua por parte de grupos de ayuda en el centro de la ciudad.
En principio, el refugio de emergencia está disponible para cualquiera que lo necesite en Francia, pero el sistema está sobrecargado. Los refugios en Calais suelen estar llenos y los alojamientos de emergencia son aún más limitados para los de Grande-Synthe, donde ni siquiera hay aseos.
«Los exiliados no viajan al norte de Francia porque han oído que pueden acampar en el bosque o permanecer debajo de un puente. No vienen porque los grupos les están dando un poco de comida y agua. Vienen porque ahí es donde está la frontera», ha añadido la coordinadora de la organización Utopía 56, Charlotte Kwantes, quien hace alusión a que el atractivo real, de los migrantes por ir a Calais es su cercanía con Reino Unido –apenas 30 kilómetros cruzando el Estrecho de Dover–.
Por todos estos motivos, HRW ha instado finalmente a la UE a que cree un sistema para compartir la responsabilidad entre los estados miembros «que evite el estrés injusto en los países de primera llegada y los países de destino más populares, y tenga en cuenta los lazos familiares y sociales, así como las preferencias individuales de los solicitantes de asilo».
Por su parte, el Gobierno de Reino Unido debería desarrollar medios seguros y legales para que los migrantes viajen hasta allí en busca de refugio, se reencuentren con familiares o trabajen o estudien, ha reclamado.
«Las autoridades francesas deberían abandonar su manual fallido hacia los migrantes de los últimos cinco años», ha zanjado Jeannerod, quien ha invitado a plantear «un nuevo enfoque para ayudar a las personas, no acosarlas y abusarlas repetidamente».