Guerra avisa de que el fin de la reforma constitucional no puede ser satisfacer al «fanatizado» nacionalismo catalán
No percibe unos presupuestos favorables para la actualización de la Carta Magna, pero defiende que el Congreso empiece a hablar de ello
El exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra ha advertido este martes de que el objetivo de una futura reforma de la Constitución «no puede ser dar satisfacción al nacionalismo catalán» ni «el apaciguamiento de su impulso independentista».
En un artículo en el semanario Tiempo , recogido por Europa Press, Guerra explica que los políticos independentistas están «fanatizados» y «no aceptarían ninguna reforma que sólo les ampliase el poder autonómico».
Pero hay un segundo motivo, según Guerra. «El mensaje que se mandaría a las élites políticas de las comunidades autónomas sería letal para el Estado autonómico» porque equivaldría a decirles: «si quieren modificar el reparto de poder entre el Estado y las comunidades, rebélense contra la Constitución, tendrán premio», ha argumentado el exnúmero dos del PSOE.
CÓMO VENCER AL INDEPENDENTISMO
Guerra está convencido de que al independentismo catalán sólo se le vencerá «arrebatándoles para la causa constitucional el millón de personas que, con buena intención, han seguido las insensatas proclamas de los antidemócratas que han ocupado la Generalitat» debido al «adoctrinamiento antiespañol en la escuela, en la televisión y radio públicas y en algunos medios de comunicación privados».
Referente del socialismo, Guerra admite que «no parecen existir unos presupuestos favorables para la reforma» de la Constitución, pero cree que las fuerzas políticas «deberían comenzar a hablar» y a «exponer en sede parlamentaria sus argumentos como único método de desbrozar el camino».
Guerra echa en falta una mayor concreción sobre el alcance de la reforma de la Constitución por parte de quienes la piden y, en este sentido, agradece la aportación hecha por una decena de catedráticos de Derecho Constitucional en el informe Ideas para una reforma de la Constitución que ha saludado la dirección del PSOE que lidera Pedro Sánchez.
INGENUIDAD QUE LOS ESTATUTOS NO PASEN POR EL CONGRESO
No obstante, Guerra reconoce tener «serias dificultades» para aceptar alguna de sus propuestas, como la «ingenuidad» de proponer que los parlamentos autonómicos puedan elaborar un Estatuto que no tenga que pasar por la aprobación de las Cortes Generales. «Eso, tratándose del nacionalismo catalán, se llama patente de corso», juzga Guerra tras recordar la «sistemática burla de las leyes y de las sentencias de los tribunales por los nacionalistas catalanes».
También se refiere a la visión de los autores del informe con respecto a que el artículo 168 de la Constitución, que fija el procedimiento para reformar la Carta Magna y que, en opinión de muchos expertos, es excesivamente rígido y obstaculiza los intentos de actualizar el texto.
Guerra acepta la supresión de este artículo, pero propone compensar su desaparición con la inclusión de «una cláusula de intangibilidad como figura en las constituciones de Alemania, Francia e Italia para la preservación de la unidad territorial».
El también expresidente de la Comisión Constitucional del Congreso durante la tramitación del Estatut llama la atención sobre el hecho de que, de los diez catedráticos autores del informe sobre la reforma constitucional, cinco procedan de Cataluña y el resto del resto de España. «¿Es un sesgo intencional? ¿Es solo un dato involuntario que sospecha una sospecha infundada?», se pregunta.
Guerra siembra dudas también respecto a la intencionalidad de la reforma defendida por estos catedráticos, ya que tras declarar que su informe «pretende la reforma del modelo territorial no ligado obligadamente a lo sucedido en Cataluña», dedican un capítulo entero a las reformas en relación a Cataluña.
Esta aparente contradicción «no supone una pérdida de autoridad de lo que proponen, pero sí crea inseguridad en cuanto a la intencionalidad de la reforma propuesta», en opinión de Guerra.