Exinspector del Banco de España veía que BFA-Bankia podía tener problemas en el futuro

El exinspector del Banco de España Pedro Bravo Llatas ha afirmado que antes de la salida a Bolsa de Bankia ya veía que la estructura de doble banco del grupo y su decreciente capacidad para generar ingresos recurrentes podía traerle problemas en el futuro.

Así lo ha indicado durante su comparecencia en calidad de testigo en el juicio por la salida a Bolsa de Bankia en julio de 2011 que se celebra en la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares (Madrid).

Según ha relatado, el entonces director adjunto de supervisión del Banco de España, Pedro Comín, le pidió en abril de 2011 que realizara un análisis de debilidades y fortalezas (DAFO) sobre la estructura de doble banco del grupo BFA-Bankia.

En este informe, él y el resto del equipo de inspección pusieron de manifiesto que la doble estructura de BFA-Bankia «no gustaba nada» y «se estaba viendo que podía traer problemas de futuro». «Teníamos claro que BFA arriba no nos gustaba nada. Estaban todos los activos peores, Banco de Valencia, muchas preferentes… no nos gustaba la estructura y se estaban perdiendo las ayudas», ha explicado.

La fiscal ha preguntado entonces a Bravo si llegaron entonces a la conclusión de que BFA no era viable a medio plazo, como advirtió su jefe de equipo José Antonio Casaus, pero la magistrada Murillo no ha permitido al testigo responder, al considerar que esa pregunta la fiscal deberá dirigirla al propio Casaus.

En cualquier caso, durante los informes de seguimiento del proceso de integración referidos a diciembre de 2010 y a marzo de 2011, los inspectores del Banco de España advertían sobre la «decreciente capacidad» del grupo para generar ingresos de forma recurrente.

El inspector ha explicado que había «muchos extraordinarios» que hacían que las cuentas «fueran un poquito menos malas». «La capacidad recurrente de generación de ingresos era poco común, se estaba viendo que podía tener problemas en el futuro. Además, habían bajado los tipos de interés, los mercados mayoristas estaban cerrados, había una guerra de pasivo brutal», ha explicado Bravo, quien ha apuntado que esta situación podía mermar la capacidad de la entidad para generar ingresos recurrentes.

Según ha reconocido, debilidades como la rentabilidad débil y la decreciente capacidad para generar resultados recurrentes ya se detectaron en el momento de la constitución del Sistema Institucional de Protección (SIP) que dio lugar a BFA-BAnkia. «Era la evolución que se estaba viendo de las cajas, que no iban viendo en ese momento y por eso pidieron las ayudas al FROB. Las cajas no estaban para echar cohetes», ha apostillado el inspector.

En este sentido, el sector promotor «no gustaba nada» al equipo de inspección del Banco de España y los mercados estaban «bastante cerrados». Además, en el segundo informe, de agosto pero referido al 31 de marzo, el organismo supervisor reconoce haber tenido que afrontar una «elevada carga de trabajo» derivada del Banco de Valencia, los test de estrés de la EBA y la salida a Bolsa.

«La integración parece que fue una cosa muy sencilla, pero eran siete cajas, había muchísimas autorizaciones y era una locura, había que integrar las siete contabilidades y no había documentos de gestión únicos», ha reconocido Bravo Llatas, quien ha asegurado que «se tuvo que hacer muchísimo trabajo» y que en ese momento «se hizo lo mejor que se pudo con la información limitada que se tenía».

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