Funcas cree que habrá que replantear las normas de consolidación fiscal, que podría retrasar la recuperación
Avisa de los efectos que tendrá la desactivación de la cláusula de salvaguarda en los países más endeudados, como España
La Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) avisa de los efectos que tendrá la desactivación de la cláusula de salvaguarda por parte de la Comisión Europea en los países más endeudados, como España, que conllevará una reducción de la deuda pública a un ritmo del 5% al año, lo que cree que llevará a replantear las normas de acomodación fiscal y de gobernanza presupuestaria. Además, cree que la corrección fiscal podría retrasar la recuperación.
Así figura en el último número de Cuadernos de Información Económica, editado por Funcas, que subraya que el momento actual de crisis requiere mantener los estímulos fiscales, sostener las rentas de los trabajadores y de los autónomos, afrontar la recapitalización de las empresas viables y gestionar de manera «eficaz» los fondos del Plan Europeo de Recuperación.
Funcas señala que con unos tipos de interés bajo mínimos y revisiones a la baja del escenario de recuperación, los esfuerzos para «espolear» el crecimiento «deben estar por delante de la preocupación por la consolidación fiscal», si bien subraya que «la crisis pasará y hay que pensar más allá de la pandemia».
La publicación avisa sobre la sostenibilidad de la deuda pública, los efectos que puede tener para los países más endeudados de la UE la desactivación de la cláusula de salvaguardia, el desequilibrio financiero del sistema de pensiones, las limitaciones de la política monetaria actual para estimular el crédito y sus efectos distorsionadores sobre la actividad financiera.
En cuanto a las cuentas públicas, si bien la sostenibilidad de la deuda pública se evalúa ahora más por los costes financieros que genera que por su peso respecto al PIB, Funcas apunta que existen dos contingencias que pueden alterar la forma en que los mercados contemplan la deuda de algunos países: la desactivación de la cláusula general de salvaguardia con el retorno progresivo a las obligaciones del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y la reducción de las compras de activos por el Banco Central Europeo (BCE).
El artículo de Erik Jones incide en la necesidad de hacer compatible una política fiscal expansiva en el corto plazo con la sostenibilidad de la deuda pública a medio plazo.
A su juicio, reparar los daños económicos y sociales provocados por la Covid-19 al tiempo que se gestiona una senda de consolidación fiscal, que «en algún momento habrá de comenzar, será una tarea «especialmente difícil» para los países más endeudados, sobre todo si esta debe extenderse más allá de la capacidad del BCE para mantener la compra de deuda pública y privada.
LA CORRECCIÓN FISCAL PODRÍA RALENTIZAR LA RECUPERACIÓN
Aunque la decisión de cuándo y cómo se desactiva la cláusula de salvaguardia será una decisión política, cree que sería recomendable que vaya acompañada de las reformas necesarias para que los países más endeudados y que más han sufrido el impacto de la crisis puedan acomodar su posición fiscal a sus objetivos de crecimiento.
Según el artículo, el reto se centrará principalmente en el ritmo de ajuste en los niveles de deuda pública y recuerda que la Comisión estima que la diferencia a corregir en la eurozona será superior al 40% del PIB.
Si en 2022 se abordase una corrección fiscal media de alrededor del 2% del PIB por año, avisa de que ralentizaría la recuperación de la economía tras la pandemia y «el esfuerzo fiscal no recaerá por igual en todos los países».
Y es que, añade, en algunos habría que reducir la deuda pública a un ritmo medio del 5% al año durante dos décadas comenzando en 2022, por lo que ve «muy probable» que haya que replantear las normas de acomodación fiscal y de gobernanza presupuestaria ante unas circunstancias excepcionales, en línea con una reforma de las mismas o con una interpretación creativa de la legislación actual.
LA POLÍTICA MONETARIA EXPANSIVA GENERA «DISTORSIONES» EN MERCADOS
A su vez, apunta que la política monetaria también deberá comenzar a normalizarse «en algún momento», tras haber desempeñado un papel «fundamental» para suministrar liquidez durante la pandemia y si el tipo de interés natural continúa en niveles tan bajos como los actuales y la inflación se resiste a subir cree que «habrá más tiempo para recuperar la normalidad».
En todo caso, subraya que «antes o después el BCE reducirá o suprimirá sus adquisiciones de deuda soberana».
Santiago Carbó, Francisco Rodríguez y Pedro Cuadros advierten que la prolongación de las políticas monetarias expansivas, y especialmente de los tipos de interés ultrarreducidos, está generando importantes distorsiones en los mercados y en la actividad de intermediación financiera.
A pesar de su «decisiva» contribución frente a la crisis financiera y la recesión, y para mantener la liquidez con la llegada de la Covid-19, señala que los efectos de los tipos negativos para estimular la inflación y el crédito están siendo «muy limitados».
Además, el impacto sobre la cuenta de resultados de los bancos es «adverso», por la vía de un margen de intereses muy reducido, según Funcas, que añade que «está por ver, sin embargo, cuál es el mecanismo de normalización monetaria y hasta qué punto la política monetaria ayuda o no».
En cualquier caso, subraya que la banca ha de ser una pieza importante en la financiación del proceso de recuperación económica, pero para que cumpla sus funciones sin aumentar demasiado los riesgos crediticios los autores sugieren distintas medidas que mantengan la estabilidad financiera al tiempo que se contribuye a la recapitalización de las empresas solventes.