Sánchez se fija de plazo «antes de fin de año» para enviar al Congreso la reforma constitucional de los aforamientos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se fija de plazo «antes de final de año» para enviar al Congreso de los Diputados su proyecto de reforma limitada de la Constitución para acotar el aforamiento de los miembros de su Ejecutivo –incluido él mismo–, diputados y senadores.

Así lo ha precisado en su intervención en un coloquio organizado por el semanario The Economist , días después de que su Gobierno recibiese el informe que solicitó sobre la manera de emprender esta reforma al Consejo de Estado, que aconseja extender los cambios a los parlamentarios y miembros de Gobiernos autonómicos.

Hasta el día de hoy, Sánchez venía indicando que este mismo mes de noviembre el Consejo de Ministros aprobaría la propuesta de reforma de los aforamientos.

El jefe del Ejecutivo se ha reafirmado en su convicción sobre la necesidad de «renovar el pacto constitucional», es decir, de emprender una revisión a fondo de la Carta Magna, que vaya más allá a la reforma puntual sobre los aforamientos.

Sánchez justifica esa necesaria actualización de la Constitución en que «la España de 2018 no es la España de 1978» y ha defendido que renovar la Carta Magna Renovar «no es un fin en sí mismo», sino «un camino para reconstruir consensos que hoy están rotos», como el de volver a vincular a la gente joven con los valores incluidos en ese texto. «Sería importante que lo hiciéramos», ha subrayado.

UN SENADO INÚTIL

El presidente también se ha referido a la «inutilidad», a su juicio, del Senado actual, una cámara que debería estar enfocada, en su opinión, a dirimir cuestiones territoriales.

Lo que de ninguna manera se plantea el presidente es un cambio en la Constitución que abriese la puerta a un referéndum de independencia en Cataluña, una opción que rechaza de manera férrea, y no sólo porque en términos legales sea inviable, sino porque, como se ha visto en Reino Unido con el Brexit , una consulta de este tipo sólo sirve para segregar, dividir, y fragmentar. «Nunca uniría», ha reflexionado.

El problema en Cataluña, ha reiterado una vez más, «no es la independencia, es la convivencia», alterada por la insistencia de una «minoría mayoritaria» –con mayoría en el Parlament, pero no social– que está intentando imponer su proyecto independentista a la mayoría social.

En su opinión, para avanzar hacia una solución en Cataluña se precisa que la parte independentista reconozca a la que no lo es y, viceversa, que los no independentistas asuman que hay un problema por resolver con los independentistas.

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