Finaliza sin acuerdo la reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad sobre la ofensiva turca en Siria

Los países europeos que forman parte del organismo expresan su preocupación y piden a Ankara que dé marcha atrás

La reunión celebrada este jueves por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a puerta cerrada para abordar la ofensiva militar lanzada por Turquía contra las fuerzas kurdas en el noreste de Siria ha finalizado sin acuerdo.

Los países de la Unión Europea que forman parte del organismo –Bélgica, Francia, Alemania, Polonia y Reino Unido–, así como Estonia, que pasará a formar parte del Consejo, han expresado su preocupación por la situación en el norte de Siria y han pedido a Ankara que dé marcha atrás y «cese la acción militar unilateral».

En un comunicado, los seis países han señalado que «no creen que la operación aborde las preocupaciones en materia de seguridad de Turquía» y han afirmado que la renovación de las hostilidades en el noreste socavarán la estabilidad de toda la región, exacerbarán el sufrimiento de la población y provocarán un mayor número de desplazamientos, lo que aumentará el número de refugiados y desplazados en la zona».

Tal y como recoge el texto, las acciones de Turquía «amenazan los logros alcanzados por la coalición global contra el grupo terrorista Estado Islámico» y pondrán en peligro «la seguridad de los aliados locales de la coalición».

«Es improbable que la llamada zona segura en el noreste de Siria satisfaga el criterio internacional para el regreso de los refugiados. Mantenemos nuestra posición de que el regreso de los refugiados y desplazados tiene que producirse de forma segura, voluntaria y digna», han afirmado.

Los citados Estados han sostenido así que «cualquier intento de cambio demográfico será inaceptable». «Queremos dejar claro que la UE no ofrecerá ayuda para la estabilización o el desarrollo en áreas en las que los derechos de la población local hayan sido ignorados», han insistido.

Asimismo, han reconocido que Ankara constituye un «actor importante en la crisis siria y en la región» y han hecho hincapié en su papel como país de acogida de refugiados sirios.

Tras respaldar su «compromiso con la unidad, soberanía e integridad territorial de Siria», han pedido a «todas las partes que garanticen la protección de los civiles» y que permitan «un acceso humanitario sostenible en toda Siria».

La operación turca ha arrancado días después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diera un giro de 180 grados a la alianza de Washington con las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), hasta entonces un aliado clave en la lucha contra Estado Islámico, y retirara sus tropas de la zona para permitir la ofensiva turca.

Kino Gabriel, portavoz de las FDS, tildó la decisión de «puñalada por la espalda». «Había garantías de Estados Unidos de que no permitiría operaciones militares turcas contra la región», dijo.

Las autoridades kurdas de Siria habían expresado su apoyo al acuerdo para la zona segura pactada entre Washington y Ankara en este área y habían empezado a desmantelar sus posiciones defensivas antes del anuncio de Trump.

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