Exteriores y Sanidad envían ayuda humanitaria a Túnez para luchar contra la COVID-19
La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) ha organizado el envío de ayuda humanitaria a Túnez para luchar contra la COVID-19, que está golpeando con fuerza al país norteafricano.
El primer cargamento, que parte este viernes del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas, tiene un valor de más de un millón de euros y ha sido donado por los ministerios de Sanidad y de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
En concreto, este envío está formado por 100.000 test de antígenos, 15 respiradores de transporte y emergencia, y 50.000 mascarillas FFP2 donados por el ministerio de Sanidad y 122 concentradores de oxígeno donados por el ministerio de Exteriores.
En un periodo de dos a tres semanas está prevista la salida de un segundo vuelo con más material sanitario donado por la AECID y de cuya gestión se encargará también la Agencia. Este segundo cargamento contendrá 24.000 test PCR, 5 concentradores de oxígeno, 2 respiradores para su uso en UCI, 8 pantallas multi-paramétricas de signos vitales y 8 bombas de infusión, todo ello material imprescindible para la lucha contra la COVID-19.
Sumando ambos envíos, esta acción humanitaria tiene un valor aproximado de un 1,1 millón de euros, de los cuales aproximadamente 655.000 euros en material donado por el ministerio de Sanidad y aproximadamente 450.000 euros donados por el ministerio de Exteriores. En total, se trata de unas 6 toneladas de material sanitario
El dispositivo de emergencia forma parte de la respuesta del mecanismo europeo Team Europe a la llamada de ayuda internacional realizada recientemente por las autoridades tunecinas. En este sentido, el coste del transporte es cofinanciado por la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria (ECHO) de la Unión Europea.
Túnez se ha convertido en el país con mayor mortalidad por coronavirus de África en la actualidad. Según los datos facilitados por la universidad Johns Hopkins, el país tiene una tasa de 142 fallecimientos por COVID-19 por cada 100.000 habitantes, con una incidencia acumulada a dos semanas superior a los 800 casos por 100.000 habitantes y con un sistema sanitario, de por sí frágil, desbordado por el creciente número de pacientes necesitados de atención.