Expertos avisan de la posibilidad de una segunda Primavera Árabe en 2020
Tras aprender de las lecciones del pasado, los ciudadanos de Argelia, Sudán, Irak y Líbano centran sus miras en el sistema, en lugar de sus gobernantes
El think tank del Centro Carnegie para Oriente Próximo ha advertido de la posibilidad de una nueva ola de revoluciones en el mundo árabe a lo largo de 2020, más profunda y específica que la ocurrida hace casi una década, por el agravamiento de la situación económica, que ha debilitado todavía más a los regímenes que lograron resistir el primer impacto.
Una segunda revolución que «ha aprendido las lecciones de la primera», en opinión del profesor Ishac Diwan, de la Ecole Normale Supérieure de París: «No contentos con desplazar a sus autócratas, los manifestantes han centrado sus miras en el régimen en sí mismo. Se acabaron las divisiones internas entre ellos. Su objetivo final es la declaración de nuevas elecciones, y unas cuyo resultado valga».
«Así las cosas, el desafío al que se enfrenta cada país consiste en encontrar su propia transición económica y política; una que satisfaga a la gente de la calle. La historia está de nuevo en marcha, pero nadie sabe qué puede pasar a continuación», explica.
Irak es uno de los ejemplos manifiestos de esta nueva situación. «El desempleo puede haber sido el catalizador de las manifestaciones», apunta el experto Rasha al Aqidi, sobre unas protestas que han dejado cerca de 300 muertos en todo el país. «Pero la letal respuesta del Gobierno ha terminado de convencer a una generación entera, que ha vivido una década sin estabilidad alguna, que el estatu quo debe terminar».
Otra característica a tener en cuenta es que las protestas los países afectados tienen un carácter más idiosincrático. «No es una ola regional», añade Al Aqidi. «En Irak responden a un contexto muy específico que no hemos visto en Túnez, Argelia o Egipto. «Por ejemplo, la rabia popular hacia la influencia iraní en el país se ha convertido en una característica definitoria del levantamiento, una que podría convertirse en un barril de pólvora para un conflicto civil o una brutal represión», explica.
Mona Yacubian, asesora principal para Siria, Medio Oriente y África del Norte en el Peace Institute de Estados Unidos, insiste en la claridad de ideas que parece guiar a los manifestantes. En Líbano, explica, las manifestaciones apuestan por la aparición de una «identidad nacional más vibrante» en lugar de los tradicionales sectarismos. En Sudán, lo que antes habría sucumbido ante el poder militar ha terminado convirtiéndose en un híbrido con la sociedad civil. «Todo, porque persistieron», asegura.
Argelia, Sudán, Irak y Líbano. Países que se mantuvieron relativamente al margen de la «Primavera Árabe» en 2011; donde el descontento social se ha ido acumulando durante años y las mismas razones que llevaron a los levantamientos de 2011 todavía están presentes en la región, a juicio de la académica Dalia Ghanem. En el caso de Argelia, «la caída de los precios del petróleo a mediados de 2014 condujo a un deterioro de la situación económica y, cuando llegó 2019, el Gobierno se dio cuenta de que no tenía dinero para comprar la paz social, como sí hizo hace ocho años».
«Hoy, los manifestantes quieren un cambio real y genuino, y no confían en los partidos políticos convencionales, la oposición y la vieja guardia para hacerlo. Por eso, desde Argel a Beirut, el eslogan es uno y el mismo, en referencia a la expulsión de la clase política Todos significan todos», avisa.