Experto resalta los beneficios del remplazo valvular con catéter en el tratamiento de la estenosis aórtica
El cardiólogo del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario San Rafael (HUSR), el doctor Francisco Fernández-Avilés, destaca el papel del remplazo valvular con catéter (TAVI) en la lucha contra la estenosis aórtica, el «enemigo número uno» de la longevidad saludable.
La estenosis aórtica (EA) o estrechamiento de la válvula aórtica es una de las enfermedades cardíacas más comunes, especialmente en poblaciones envejecidas.
En esta afección, la válvula aórtica se engrosa y se vuelve rígida, lo que impide que pueda abrirse por completo y hace que se reduzca el flujo de sangre que el corazón envía a todo el cuerpo. La irrigación de todos y cada uno de nuestros órganos y tejidos depende, por tanto, de la integridad de esta válvula. Ello explica la enorme gravedad que puede conllevar el estrechamiento valvular aórtico, y la gran importancia que tiene detectar y resolver precozmente este problema.
Los fármacos tienen muy poca utilidad frente la EA, pero este problema puede afrontarse eficazmente mediante la sustitución de la válvula enferma por otra artificial. Tradicionalmente solo podía realizarse este reemplazo mediante cirugía a corazón parado y abierto, a través de una apertura amplia del pecho, con anestesia general y circulación extracorpórea.
El papel del reemplazo valvular con catéter («TAVI») en la lucha contra la EA Inicialmente, el TAVI estuvo restringido a aquellos pacientes considerados inoperables o de alto riesgo para la cirugía a corazón abierto. Sin embargo, en los últimos 20 años se ha acumulado una evidencia clínica contundente demostrativa de que el TAVI tiene una eficacia equivalente o superior a la cirugía convencional en cualquier nivel de riesgo.
Como señala el doctor Fernández-Avilés, esta es una alternativa «consolidada» a la cirugía a corazón abierto en la mayoría de los casos de estenosis aórtica. «Es una intervención mínimamente invasiva que, en manos de equipos multidisciplinares expertos, puede realizarse sin abrir el pecho, incluso solo con sedación. En comparación con la cirugía tradicional, la duración de la intervención TAVI y de la hospitalización son más cortas y confortables», asegura.
«El TAVI es la primera opción para pacientes con EA grave, que no son candidatos para cirugía convencional debido a su alto riesgo quirúrgico, y «se está convirtiendo también en la opción preferible en pacientes de cualquier género y riesgo medio o bajo», afirma.
Eso sí, hay que tener en cuenta que hay pacientes con características anatómicas desfavorables, infecciones activas o una expectativa de vida muy limitada debido a otras condiciones, que no son candidatos adecuados para TAVI. Una vez que está clara la necesidad de recambio valvular aórtico, la elección entre cirugía a corazón abierto o TAVI debe ser discutida por el equipo multidisciplinar y personalizada, teniendo en cuenta variables de todo tipo, incluyendo la preferencia del paciente y sus allegados.
En cualquier caso, «un aspecto muy importante en esta decisión es la durabilidad del material que se utiliza en las válvulas artificiales, que pueden ser mecánicas o biológicas», añade este especialista. Las válvulas mecánicas se implantan solamente mediante cirugía a corazón abierto y están hechas de material ultrarresistente de duración ilimitada, pero requieren tratamiento con anticoagulantes de por vida para evitar la formación de coágulos y el riesgo de ictus o embolias de otro tipo, lo que es arriesgado y desaconseja su uso en pacientes de cierta edad.
A partir de los 60 años, se utilizan casi siempre válvulas biológicas, hechas de material porcino o bovino muy biocompatible, que no necesita anticoagulación, pero que se deteriora como cualquier tejido biológico, con una duración que no suele superar los 15 años. Las válvulas biológicas pueden ser quirúrgicas o TAVI y en ambos casos deben implantarse siempre asumiendo que pasados 10 años puede necesitarse otra intervención de sustitución valvular lo que podrá hacerse mediante nueva cirugía o mediante nueva TAVI.
La demostración de la superioridad de la TAVI frente a la cirugía en todos los supuestos está extendiendo rápidamente la indicación de TAVI a sectores más jóvenes. En este sentido, el experto señala que «hay que insistir en que, en pacientes mayores, pero con buena esperanza de vida, debe preverse y planificarse la probable necesidad de un nuevo implante 10-15 años después de la primera intervención».
A diferencia de la cirugía tradicional de reemplazo valvular, que requiere anestesia general, circulación extracorpórea, y abrir el pecho y detener el corazón, «la TAVI se realiza a través de un catéter que se introduce por la arteria femoral (en la ingle) o, en algunos casos, por una pequeña incisión en el pecho», explica Fernández-Avilés, y se realiza bajo anestesia local o general, dependiendo del caso.
La duración del procedimiento es de aproximadamente 1-2 horas, dependiendo de la complejidad del caso, y antes de la intervención debe realizarse un profundo estudio general y cardiaco, mediante técnicas sofisticadas de imagen y pruebas de función cardíaca para planificar el procedimiento.