Experto destaca la importancia de una educación socioemocional desde la infancia «para mantener una buena salud mental»
El catedrático de Psiquiatría y pasado presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, César Arango, ha expresado que «para mantener una buena salud mental, ya sea en jóvenes o en adultos, lo más importante es la educación socioemocional desde las primeras etapas de la vida y una buena comunicación».
«Una buena comunicación es compartir cómo te sientes, no es necesario que sea con psicólogos o psiquiatras, sino con las personas de tu alrededor, amigos o familiares. Es importante fomentar el respeto hacia la diversidad y la capacidad de detectar el sufrimiento ajeno, así como comunicar la necesidad de ayuda sin vivirlo de forma vergonzosa», explica Arango, en el marco del encuentro En Constante Evolución , organizado por la Fundación Pfizer.
En lo que respecta al estigma que sufre la salud mental, el doctor defiende la necesidad de acabar con él. «Que haya personas conocidas visibilizándolo es muy importante para eliminar estos estigmas», apunta. En muchas ocasiones, las personas que ya luchan con una enfermedad mental tienen que enfrentarse, además, al estigma social y la discriminación que existe hacia este tipo de patologías.
Por otro lado, Arango ha querido poner el foco en los jóvenes, debido a que es en esta edad cuando aparecen la mayoría de los trastornos mentales. «Las enfermedades mentales son la segunda causa de muerte entre los jóvenes, tras los accidentes de tráfico. Los trastornos mentales producen un mayor impacto en la vida de las personas entre los 10 y 20 años que el resto de las enfermedades médicas juntas», afirma, en referencia a cómo se debe hacer frente a la evolución que se está produciendo en la sociedad.
LA EVOLUCIÓN DE LA SALUD MENTAL
Por su parte, María Ángeles Durán, catedrática de Sociología, doctora en Ciencias Políticas y profesora de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha incidido en que, actualmente, se están produciendo cambios sociales «muy heterogéneos», y cada uno de ellos tiene una influencia distinta sobre la estabilidad y el deterioro mental.
«Algunas de las conductas que hoy se consideran desviaciones y enfermedades mentales, en el futuro dejarán de serlo, pero surgirán nuevas patologías, por ejemplo, las relacionadas con los hábitos alimentarios y el uso obsesivo de nuevas tecnologías», ha informado.
Así, ha añadido que, en las próximas décadas, los problemas de salud mental vinculados al envejecimiento «seguirán en aumento», lo que, a su juicio, «obligará a que se modifique el sistema sanitario, el residencial y los estilos de vida, no solo de los mayores, sino de toda la población».
Finalmente, Durán ha querido advertir de que las mujeres tienen menos recursos sociales y económicos para afrontar cualquier tipo de enfermedad y están peor cubiertas por el sistema sanitario. «Además, son más longevas que los hombres, tienen peores pensiones de vejez y no disponen de un cónyuge que las cuide durante los últimos años. Ante la carencia de este tipo de soluciones, corren el riesgo de no ser bien cuidadas o de sufrir una medicalización excesiva», ha concluido.