Experto destaca el papel de los nuevos biomarcadores de malignidad para diagnosticar el derrame pleural
El director médico del Hospital Arnau de Vilanova (Lleida) y colaborador de BRN, José Manuel Porcel, ha señalado que los nuevos biomarcadores de malignidad para el diagnóstico del derrame pleural «permiten acortar el tiempo para alcanzar el diagnóstico final, sirven para indicar pruebas más invasivas y también para adoptar una actitud terapéutica determinada».
Así lo ha asegurado Porcel durante su ponencia Biomarcadores en el derrame pleural: ¿Alguna novedad? , en el marco del BRN Forum: Actualización en patología pleural, que se celebra en el Parc Sanitari Virgili (Barcelona), el 17 de septiembre, y que ha sido organizado por la Barcelona Respiratory Network (BRN).
Existen más de 60 causas que pueden provocar un derrame pleural. La más frecuente es la insuficiencia cardiaca (31% de los casos), seguida del cáncer (26%) y la neumonía (16%). Los derrames pleurales malignos se producen por la extensión hacia la pleura de tumores de pulmón (41%), mama (14%), gastrointestinales (11%), hematológicos (10%), y ginecológicos (8%), entre otros.
«Es decir, el cáncer de pulmón es la causa más común de derrame pleural maligno. El diagnóstico de derrame pleural maligno es difícil porque la rentabilidad del examen citológico del líquido pleural, que consiste en analizar si hay células malignas en el líquido obtenido mediante aspiración con aguja, es solo del 55 por ciento. Esto significa que, en cerca de la mitad de los casos, el análisis del líquido pleural no confirma el diagnóstico y debemos recurrir a procedimientos invasivos para establecerlo. Estos procedimientos invasivos no están exentos de efectos adversos y además todo ello supone un retraso en el diagnóstico definitivo del tumor», ha explicado Porcel.
Los biomarcadores son moléculas presentes en la sangre, en el líquido pleural o en los tejidos, que indican, bien de forma definitiva o con alta probabilidad, que el paciente padece un cáncer. Cuando se miden en el líquido pleural ayudan a los clínicos a diagnosticar una causa maligna, máxime teniendo en cuenta la limitada rentabilidad de la citología del líquido pleural.
«El principal uso de los biomarcadores es, por lo tanto, diagnóstico y permiten bien acortar el tiempo para alcanzar el diagnóstico final, indicar pruebas más invasivas para confirmarlo, o adoptar una actitud terapéutica determinada, es decir, si sospechamos de un cáncer en un paciente, en muy mal estado general y que no se beneficiaria de un tratamiento oncológico, con una citología del líquido pleural negativa, pero cuyos biomarcadores indican que el paciente probablemente tiene cáncer, podemos aceptar el diagnóstico e indicar un tratamiento paliativo», expone Porcel.
Además, el investigador insiste en que «los biomarcadores del líquido pleural tienen fundamentalmente una aplicación diagnóstica», aunque precisa que «también, aunque hay menos estudios, pueden tener implicaciones pronósticas. Es decir, los pacientes con cifras más elevadas de un determinado biomarcador en el líquido pleural pueden tener una supervivencia más corta. El determinar un biomarcador en el líquido pleural implica que el paciente ya ha desarrollado una determinada enfermedad, por ejemplo, el cáncer. Por tanto, no hay posibilidad de que, en esa fase, el biomarcador nos ayude en la prevención de una enfermedad que ya existe».
En la actualidad, existen distintos tipos de biomarcadores para estudiar la malignidad de los derrames pleurales como los biomarcadores solubles, los marcadores inmunocitoquímicos y los marcadores capaces de fenotipar (caracterizar) molecularmente el tumor.
Pero «el futuro de los biomarcadores, particularmente en el caso del derrame pleural maligno, consiste en la medición del ADN tumoral existente en el líquido pleural (biopsia líquida). Si demostramos que existe ADN tumoral y, además caracterizamos las posibles mutaciones de este, con implicaciones terapéuticas, habremos caracterizado (fenotipado) el tumor de una forma mínimamente invasiva, esto es, no requerimos biopsia, sino tan solo líquido pleural, y el oncólogo podrá aplicar terapias personalizadas», augura Porcel.