España se queda temporalmente sin embajador para el Sahel pese a ser una región prioritaria


El Gobierno mantiene contactos con las juntas militares de la región para «preservar los intereses de España»

El nombramiento de Antonio Sánchez-Benedito como nuevo embajador en Irán el pasado 14 de mayo ha dejado temporalmente a España sin su embajador especial para el Sahel, puesto que ocupaba hasta ahora este diplomático, pese a que esta región de África es prioritaria para el Gobierno, como se encargó de recordar esta misma semana ante el Congreso el presidente, Pedro Sánchez.

El nombramiento de su sucesor le corresponde al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien lo tiene que llevar al Consejo de Ministros, pero fuentes diplomáticas consultadas por Europa Press no han aclarado si se producirá de forma inminente.

Con todo, las fuentes aseguran que el Gobierno se mantiene «atento y analizando la situación de la zona» en todo momento.

Generalmente, cuando se cesa a un embajador en un puesto se nombra automáticamente a su sucesor, si bien en el caso de los embajadores en misión especial no son embajadores al uso encargados de la representación de España ante otro Estado.

Al igual que España, otros países que tienen un interés particular por la situación en el Sahel cuentan con un enviado especial para que pueda hacer un seguimiento más detallado de esta cuestión, incluida la propia UE, que tiene a la italiana Emanuela del Re para este cometido.

La región del Sahel ha experimentado un importante deterioro en la última década, en la que los grupos yihadistas que empezaron a operar en el norte de Malí han ido extendiendo su área de influencia hacia las vecinas Burkina Faso y Níger y amenazan ahora a los países del golfo de Guinea.

Estos tres países han sufrido además sendos golpes de Estado a partir de 2020 –en el caso de Malí y Burkina Faso por partida doble– y están gobernados por regímenes militares que han apostado por un acercamiento a Rusia en materia de seguridad en detrimento de su antigua potencia colonial, Francia, y con ello por añadidura de la UE.

INTERLOCUCIÓN CON LAS JUNTAS MILITARES

En este sentido, las fuentes consultadas han indicado que el Gobierno mantiene la «interlocución» con las juntas militares de estos países «para preservar los intereses de España en una región vecina importante para nuestra estabilidad y seguridad».

Para ello, han precisado, «se producen contactos a distintos niveles» como lo fue la reciente visita a Bamako del secretario de Estado de Exteriores, Diego Martínez Belío, quien se reunió con el ministro de Exteriores de ese país días antes de que se completara la retirada del contingente español de la misión de la UE EUTM Malí, que finalizó el 18 de mayo.

El Gobierno ha venido alertando de la importancia del Sahel para la seguridad en España desde hace tiempo y de hecho trabajó para incluir esta cuestión en el Concepto Estratégico de la OTAN aprobado en la cumbre de Madrid de junio de 2022.

RIESGO DE COLAPSO REGIONAL

Esta semana, en su comparecencia ante el Pleno del Congreso de los Diputados Sánchez también se refirió al «riesgo de colapso» en el Sahel y alertó de que la reducción de la presencia en estos países por parte de Francia y de Estados Unidos «va a dar más espacio al terrorismo yihadista y va a permitir a Putin afianzar su presencia en esa región tan importante para nuestro país».

El Informe de Seguridad Nacional 2023 elaborado por el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) de la Presidencia del Gobierno destaca que «el Sahel es una zona prioritaria para España por el efecto que pueda tener sobre los países del Magreb y la posible extensión de los conflictos a territorios limítrofes, como el golfo de Guinea», donde ya ha habido ataques en países como Benín o Togo.

El DSN incide en el documento en «la necesidad de estabilizar dicha zona para evitar que grupos yihadistas puedan disponer de bases desde las que planificar acciones terroristas contra objetivos españoles y europeos».

El documento alerta de que «la situación en el Sahel y su proximidad geográfica con España constituye una amenaza real, tanto por la posible salida de combatientes a dicho territorio», ante los llamamientos de los grupos terroristas a emigrar a esta región para hacer allí la yihad, «como por la posible llegada de terroristas que pueden servirse de estructuras y rutas de tránsito utilizadas por el crimen organizado».

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