La pandemia frena en Yibuti el sueño de cientos de migrantes de cruzar el golfo de Adén

Más de 1.300 quedan atrapados por las restricciones fronterizas de los países de la región

La ruta migratoria que conecta el Cuerno de África con la península Arábiga es una de las más peligrosas del mundo; también de las más transitadas. La pandemia de COVID-19, sin embargo, ha puesto en cuarentena los anhelos de quienes quieren cruzar el golfo de Adén y ha dejado a más de 1.300 personas atrapadas en Yibuti.

Más de 138.000 personas emprendieron esta ruta en 2019, en su mayoría etíopes que aspiraban a llegar en última instancia a Arabia Saudí previo paso por Yemen. El primer trimestre, ya con las primeras restricciones frente a la COVID-19 en vigor, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) detectó un descenso del flujo: 28.000 pasos frente a los 37.000 del mismo periodo de 2019.

El paso de los meses no ha hecho sino agudizar estas restricciones, con mayores limitaciones de movimiento tanto por parte de Etiopía como de Yemen. A cientos de personas estos controles les han pillado en pleno tránsito, por lo que más de un millar han optado por quedarse en casi una veintena de enclaves improvisados en Yibuti a la espera de poder moverse de nuevo.

La jefa de misión de la OIM en Yibuti, Stephanie Daviot, explica a Europa Press que son ya más de 1.300 los migrantes «atrapados», a los que la organización intenta seguir la pista a través de una red de vigilancia en puntos de entrada y tránsito. La información se envía al Gobierno yibutiano y a otros socios humanitarios presentes en la zona.

El «perfil típico» es el de un hombre, joven y etíope, aunque Daviot apunta que cada vez es más frecuente ver a mujeres dentro de estos grupos –representan una cuarta parte de los migrantes localizados en Yibuti–. «Casi todos son migrantes laborales, personas jóvenes que buscan trabajo y oportunidades en otros países, principalmente en los países del Golfo», cuenta.

Entre quienes están atrapados figuran también «unos 350 migrantes» que han llegado a Yibuti procedentes de Yemen. «Muchos de ellos volverán a intentar el viaje de nuevo», agrega Daviot, señalando que es frecuente que algunas de estas personas puedan «ir y venir varias veces», a pesar de los peligros que conllevan.

CIENTOS DE MUERTOS

El desconocimiento está detrás de parte de estos viajes. Un reciente estudio de la organización puso de manifiesto que solo un 30 por ciento de los etíopes que buscan trabajo en Arabia Saudí son conscientes de que Yemen atraviesa su sexto año de conflicto y menos del 50 por ciento conoce el peligro de viajar en precarias embarcaciones.

Como apunta la responsable de la OIM, «podría ser sin duda una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo», en la medida en que «se cree que cientos de migrantes han muerto» intentando cruzar el golfo de Adén. La clandestinidad de estos viajes y la reducida vigilancia en la zona complica cualquier balance preciso.

La peor tragedia de la que se tiene constancia recientemente tuvo lugar en enero de 2019, cuando unas 130 personas, entre ellas niños, perdieron la vida después de que dos embarcaciones cargadas de migrantes se hundiesen frente a la costa de Obock, en Yibuti.

La OIM se esfuerza por ofrecer a los migrantes localizados en Yibuti no solo ayuda de emergencia, sino también información sobre los peligros a los que pueden enfrentarse, que no son pocos: «Pueden quedar atrapados en zonas de conflicto en Yemen, sufrir torturas, quedar expuestos a traficantes y contrabandistas, robos, explotación y, lamentablemente, ahogarse».

Ahmed, un etíope de 26 años que ahora está en Yibuti, cuenta que tras 20 días de periplo a pie quedó abandonado por los traficantes «sin comida, ni agua, ni refugio» y lleva más de un mes atrapado en Obock. Las fronteras se cerraron poco después de que llegase a esta localidad. «No tengo dinero y estoy desesperado por volver con mi familia», proclama.

MÁS CONTROLES, MENOS DERECHOS

Como Ahmed, muchas de estas personas lo único que quieren es volver a la casilla de salida, «pero no pueden por el cierre de fronteras», apunta Daviot. La OIM está en general «cada vez más preocupada» por el impacto que acarrean las restricciones en «algunos de los grupos más vulnerables del mundo»

En el caso de los migrantes se añade también «el riesgo de estigma y xenofobia», ya que puede haber quien les culpe de ser catalizadores de nuevos contagios de COVID-19. «La tensión entre las comunidades de acogida y los migrantes puede aumentar en este tipo de situaciones», avisa Daviot.

La organización ha reclamado desde el inicio de la pandemia que todos los países incluyan a la población migrante en sus planes de respuesta nacionales, algo que al menos sí estaría ocurriendo en Yibuti, donde estas personas pueden acceder a servicios médicos y reciben información sobre medidas de prevención frente a la enfermedad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

México supera los 210.000 casos de coronavirus y confirma el contagio de siete diputados
Polonia celebra este domingo elecciones presidenciales en pleno conflicto con la Unión Europea

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios