En España se han puesto en marcha unos 150 ensayos clínicos para probar tratamientos eficaces contra el Covid
Farmaindustria ha informado de que desde el inicio de la pandemia del Covid-19, en España se han puesto en marcha desde el inicio de la pandemia cerca de 150 ensayos clínicos para probar tratamientos eficaces, de los cuales casi una treintena están probando nuevas moléculas (entre ellas una vacuna), más de cien son reposicionamientos terapéuticos de moléculas ya existentes, y siete son tratamientos con terapias celulares.
Además, casi una veintena de compañías farmacéuticas asociadas a Farmaindustria, tanto nacionales como internacionales, están participando en buena parte de estos ensayos clínicos y colaborando en otros de iniciativa pública proporcionando la medicación necesaria. Estos ensayos están implicando a profesionales de más de 200 hospitales españoles y se espera que 28.000 pacientes participen y se beneficien de estos ensayos.
«Para algunas compañías farmacéuticas, España es el segundo país del mundo, tras Estados Unidos, donde más investigaciones se ponen en marcha para probar la eficacia de nuevos medicamentos. Esto ha sido posible gracias del trabajo colaborativo que desde hace años desempeñan Administración sanitaria, hospitales, investigadores, pacientes e industria farmacéutica, y que permite que nuestro país forme parte los ensayos internacionales más punteros, que benefician sobre todo a nuestros pacientes», ha dicho el subdirector general de Farmaindustria, Javier Urzay.
De hecho, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) difundido este martes evidencia el relevante papel de España en la investigación de posibles tratamientos contra el coronavirus. En el mismo, dedicado a la ciencia, la tecnología y la innovación durante 2020, se subraya además las colaboraciones público-privadas como eje de la respuesta a la pandemia, movilizando a investigadores públicos, empresas, gobiernos y organizaciones filantrópicas de todo el mundo para trabajar juntos en el desarrollo de diversas soluciones, en particular vacunas, terapias y diagnósticos.
«La respuesta de la ciencia y la innovación a la Covid-19 ha sido un esfuerzo mayoritariamente internacional, que refleja el crecimiento constante de la colaboración internacional en ciencia, tecnología e innovación en las últimas décadas», destaca el informe.
Como ejemplo de esta colaboración, la OCDE subraya la iniciativa ACT Accelerator , la alianza mundial liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la que es socio fundador la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma), a la que pertenece Farmaindustria, para acelerar el desarrollo y la producción de terapias y vacunas frente al coronavirus y garantizar que estos tratamientos sean asequibles y estén disponibles para todos de manera equitativa.
Dentro de esta iniciativa se desarrolló también el consorcio Covax que, como destaca el informe, ha permitido sumar recursos de compañías farmacéuticas y organismos públicos para afrontar el mayor desafío al que se ha enfrentado la población mundial en décadas y conseguir las primeras vacunas en apenas 12 meses, cuando el periodo habitual de desarrollo de las vacunas dura 8-10 años.
La OCDE también advierte en su informe del peligro que supondría recortar las inversiones en investigación debido a la crisis económica a la que se enfrentan los países desarrollados como consecuencia de los efectos de la pandemia. Esta situación amenaza con causar daños a largo plazo a los sistemas de innovación en un momento en que la ciencia y la innovación son más necesarias para hacer frente a la emergencia climática, cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y acelerar la transformación digital, indica el análisis.
«Los gobiernos deberán tomar medidas para proteger sus sistemas de innovación como parte de sus paquetes de estímulo y recuperación, pero también deberían utilizarlos como oportunidades para las reformas. En particular, la política de ciencia, tecnología e innovación (CTI) debería orientarse hacia el apoyo de una agenda más ambiciosa de transformación del sistema que promueva una transición gestionada hacia futuros más sostenibles, equitativos y resilientes», zanja la OCDE.