El vapeo desechable es una práctica que fomenta el consumo entre los más jóvenes y altamente contaminante
/COMUNICAE/
Los expertos del centro de adicciones Fromm Bienestar advierten sobre el auge del vapeo y sus promesas de que es más sano que el tabaco y que incluso sirve para dejar de fumar pero, ¿qué hay de verdad en todo ello? Con la modalidad de los vapers desechables, esta forma de fumar se ha vuelto aún más accesible para los más jóvenes. ¿Son estos iguales de perjudiciales para la salud? Pues sí, y además suponen un problema grave para el medio ambiente, según asegura su equipo de profesionales.
En la última década han salido al mercado los vapers o pods desechables, dispositivos que se venden ya listos para fumar, gastar y tirar, que los hace aún más accesibles y baratos que su alternativa de uso prolongado.
Tanto con estos como con los vapeadores tradicionales, se inhala vapor imitando el acto de fumar. El líquido que contienen los aparatos, al calentarse, se transforma en el vapor que pasa a los pulmones, una sensación que gusta mucho a quienes vapean ya que sienten una sensación parecida a la de fumar.
Estos dispositivos pueden llevar pilas o cargadores, o ser de un solo uso. Los de un solo uso tienen una duración de entre 400 y 800 caladas y se tiran una vez que estas se agotan. Se recomienda reciclar la batería que llevan en el interior en un contenedor específico, pero desgraciadamente esto no ocurre muy a menudo y es frecuente verlos tirados en cualquier sitio, con el consiguiente problema medioambiental que esto genera.
En cuanto a sus sabores y aromas, se pueden encontrar multitud de ellos, con o sin nicotina, por un precio de entre 5 y 15 euros en el caso de los desechables. Además, se adquieren en casi cualquier pub o discoteca.
Al contrario de lo que podría parecer, el vapor que se expulsa al vapear no está hecho de agua (algo que da la falsa sensación de estar ante un producto saludable, máxime cuando se puede elegir también la opción «sin nicotina»). Estos líquidos contienen sustancias químicas nocivas como la glicerina o el propinleglicol que, en combustión, tienen efectos perjudiciales para la salud. Al ser sometidas al proceso de combustión, generan compuestos como el formaldehído, el acetaldehído y la acroleína. Todos ellos son mutagénicos y cancerígenos. Sin embargo, el cigarrillo electrónico o vaper, sigue generando la falsa creencia de estar ante un producto más sano que el tabaco y se anuncia como un paso previo para superar la adicción al mismo, pero hasta la fecha no hay estudios concluyentes que demuestren que el vapeo sea una forma segura para dejar el tabaco y que ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Agencia Americana del Medicamento (FDA) recomiendan el uso del cigarrillo electrónico como estrategia para vencer el tabaquismo. Pese a esta falta de recomendación, muchas personas optan por esta solución y acaban haciendo un consumo doble: siguen usando cigarrillos y a ello le suman el vapeo.
Puede que muchos de estos jóvenes consuman vapers con nicotina, con el riesgo que ello supone para sus cerebros, todavía en formación, o sin nicotina; creándoles una falsa sensación de que están consumiendo algo poco o nada perjudicial para su salud. Estos últimos pueden causar patologías pulmonares y cardíacas, pudiendo dar paso a otros consumos. De hecho, han dado lugar a una nueva enfermedad, la EVALI (siglas de lesión pulmonar asociada al cigarrillo electrónico o al vapeo).
Estas nuevas formas de consumo, que muchas veces van asociadas al alcohol o al juego, se han convertido en una puerta de entrada, más que de salida, para muchos jóvenes que nunca habían fumado, y cada vez a edades más tempranas. Su fácil acceso y posterior desecho, como si fueran los vasos de plástico de un botellón, y el hecho de que se puedan fumar en casi cualquier sitio hacen que su uso esté disponible prácticamente a cualquier hora, en cualquier sitio. Además, si a alguien se le olvida el vaper en casa no importa, porque por un módico precio podrá encontrar uno de usar y tirar en su estanco más próximo.
Y es que los vapers, a diferencia del tabaco, se pueden consumir dentro de la mayoría de recintos y eso es otro factor que los hace más accesibles para los jóvenes. La Ley de Productos Derivados del Tabaco, publicada el 10 de junio de 2017 permite su uso en la mayoría de establecimientos, a excepción del interior de los colegios, los centros de salud y el transporte público. Toda una paradoja, máxime, cuando Europa está estudiando prohibir el consumo del tabaco a todas las personas nacidas a partir del año 2010 en una especie de Ley Seca del Tabaco. Esta ley busca «promover la primera generación europea libre de tabaco para 2028, poniendo fin a la venta de productos de tabaco y nicotina a los ciudadanos nacidos a partir de 2010».
Además, existe un vacío legal en cuanto a su publicidad en canales digitales. En internet, concretamente en YouTube o Tik Tok, se pueden ver a streamers vapeando y haciendo reseñas de la última marca de moda en vapers mientras multitud de jóvenes consumen este contenido. Para toda una generación, vapear se han convertido en un sinónimo de «tardeo», de identidad común, de dispositivos de colores que sacan de sus bolsillos y con los que expulsan grandes nubes de vapor.
Desde Fromm Bienestar, centro de desintoxicación en Sevilla especializado en adicciones y ayuda a los más jóvenes, advierten sobre el riesgo tan grande que supone desarrollar hábitos tóxicos asociados al ocio y tiempo libre, ya que «son la antesala de un posible infierno».
Su equipo terapéutico, compuesto por psicólogos, educadores sociales y médicos, asegura haber tratado los primeros casos de adicción al vaper, ahora también desechable. Para su director, Antonio Molina, «las nuevas formas de consumo se adaptan cada vez más al público al que se dirigen, encontrándose el vaper de usar y tirar en su último exponente. Un aparato electrónico, minimalista, de colores pastel y sabores frescos como menta, fresa, melón, mango, sandía. Para pedir junto a una copa en cualquier pub o discoteca. Un vaper «económico» y desechable, que incita a gastarse antes de volver a casa por el número concreto de caladas que permite. Sin líquidos ni pilas para transportar, tan solo fumar y tirar». Por último, ironiza: «Tranquilo joven, ante la precariedad fuma y bebe, pero hazlo lo más cool que puedas».
Fuente Comunicae