El responsable del club de Entrambasaguas destrozado apunta al dueño: «Le gustaba mucho estafar a los seguros»
El hombre que alquiló el hostal para su gestión dice que tras firmar el contrato se encontró el local «inundado y con el techo caído»
El encargado de gestionar un hostal de Entrambasaguas en el que se registraron daños materiales y donde desaparecieron muebles y enseres ha achacado los destrozos al propietario del establecimiento que albergaba este club ya que, según ha manifestado, era «muy asiduo a los seguros».
«Le gustaban mucho los seguros, para estafarlos», ha apostillado este miércoles en el juicio contra él, pues está acusado de llevarse los bienes y causar los desperfectos, tasados respectivamente en 95.255 y 70.076 euros, como ha concretado el fiscal al elevar a definitivas sus conclusiones, manteniendo así una petición de más de cuatro años de cárcel para el procesado.
El ministerio público -que además reclama el pago de una indemnización por ese importe conjunto y de una multa- considera que lo ocurrido constituye sendos delitos de daños y apropiación indebida -que no hurto, como lo calificó inicialmente-, y también lo entiende así la acusación particular, ejercida por el dueño del inmueble y que interesa seis años de prisión.
En la primera sesión del plenario, celebrado esta semana en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial y que ha quedado visto para sentencia, este testigo señaló en su declaración al imputado, que en junio de 2018 alquiló el edificio para la explotación comercial del hostal durante quince años.
De acuerdo con el propietario, el arrendatario se hizo con el negocio con todo «equipado» y en «perfecto» estado además, y aunque el contrato contemplaba un «acondicionamiento integral» del local estimado en 100.000 euros, los destrozos fueron a sus ojos «provocados» e «intencionados», porque después de los mismos tuvo «muchas presiones» para «vendérselo barato».
Asimismo, le atribuyó la desaparición de muebles y enseres de la docena de habitaciones y electrodomésticos y maquinarias de la cocina y el bar.
Pero el enjuiciado ha negado ambos extremos durante el interrogatorio, en el que solo ha contestado a preguntas de su abogado -que pide la libre absolución- y del tribunal.
Según ha asegurado, cuando fue al edificio días después de firmar el contrato de alquiler se lo encontró «destrozado» y como el dueño no le respondió el teléfono durante «un mes», llamó a la Guardia Civil y puso el caso en manos de abogados.
En ese tiempo ha indicado que lo único que hizo, dada su condición de arrendatario, fue contratar un contenedor para que se llevara los escombros. Ha asegurado que esa fue su única inversión y que, además, no robó «nada» del lugar.
En este sentido, ha señalado que los muebles y resto de bienes que faltaban se los llevaron «las chicas» que se alojaban en el hostal, porque de acuerdo con su versión «estaban muy descontentas» con el dueño.
UN DESASTRE: INUNDADO Y CON EL TECHO CAÍDO
Este hombre, transportista de profesión, ha explicado que tenía que hacer viajes con su furgoneta, a veces de una semana, y «de vez en cuando paraba en el club».
En concreto, estuvo en diciembre de 2017 y volvió en mayo de 2018 porque le llamó el dueño para enseñárselo por si estaba interesado en su gestión, ya que estaba «cansado» de su trabajo.
Así, a principios de junio firmó el contrato -sin inventario-, en una cafetería en el centro de Santander, y después se fue a comer con sus padres para «celebrarlo». Al día siguiente, su progenitora sufrió un ictus y estuvo con en ella en el hospital mientras permaneció ingresada.
De este modo, fue al establecimiento que había alquilado casi una semana después y se lo encontró «inundado» y con el techo «caído», hecho todo «un desastre». Según su versión, estaba allí el hijo del dueño, que le comentó: «La que tienes aquí montada».
Al hilo, ha afirmado que en febrero había entrado agua y que ellos querían «cobrar» del seguro, punto en el que ha comentado que el dueño era «muy asiduo» de estas compañías y que le «gustaban mucho», pero para «estafarlas».
En cualquier caso, y como en sucesivas jornadas no pudo hablar con el propietario -que al parecer había sufrido un accidente, tal y como alegó en su testifical- avisó a la Benemérita y a un abogado y, tras enviar un burofax solicitando la rescisión del contrato al entender que no se habían «respetado» los términos acordados, hubo un encuentro entre demandante y demandado y sus respectivos letrados.
Reunión en la que el denunciante aseguró que tuvo «presiones» por parte del denunciado, para -según ha dicho- comprar el hostal «por cuatro euros».
Finalmente, el abogado defensor ha interesado de forma subsidiaria, y en caso de condena, que se aplique a su cliente la atenuante de dilaciones indebidas, ya que el procedimiento judicial ha estado parado en varias ocasiones desde su inicio, hace ahora más de siete años.



