El NRC denuncia la catástrofe humanitaria de RDC como la crisis más ignorada del mundo
Los países africanos ocupan por vez primera toda la lista de las 10 crisis silenciosas del planeta, a la sombra de la guerra en Ucrania
Las diez crisis humanitarias «más ignoradas del mundo» ocurren todas en África y con República Democrática del Congo a la cabeza, según refleja la ONG del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés), en el que destaca que por vez primera la lista está conformada en su integridad por los países del continente.
República Democrática del Congo — seguida de Burkina Faso, Camerún y Sudán del Sur — vuelve a encabezar una lista confeccionada a partir de tres criterios: la falta de fondos para ayuda humanitaria, la falta de atención de los medios de comunicación y la falta de iniciativas políticas y diplomáticas para resolver los terribles conflictos que padecen.
La crisis que atraviesa RDC tiene su epicentro en el noreste del país, concretamente en Ituri y Kivu Norte, un hervidero de actividad de milicias como las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) — acusadas por la ONU de los asesinatos de 1.200 civiles en 2021 –, el Movimiento 23 de Marzo (M23) o la Cooperativa para el Desarrollo del Congo (CODECO).
Ambas provincias se encuentran bajo estado de sitio desde mayo de 2021, una medida extendida en abril en medio de una fuerte polémica por supuestos delitos contra la población cometidos por las fuerzas congoleñas y las quejas de políticos locales que no perciben resultados tras casi un año de esta situación.
La crisis en el país africano ha generado más de cinco millones y medio de desplazados y la situación de inseguridad alimentaria ha alcanzado un punto crítico: una tercera parte de la población del país pasa hambre.
NRC lamenta que la guerra de Ucrania ha fagocitado todos los esfuerzos. «El llamamiento humanitario para Ucrania», indica la organización, «fue garantizado en un solo día, mientras que en RDC la ayuda aportada el año pasado no alcanzó ni la mitad solicitada, y la población ha recibido de ella menos de un dólar por semana».
El secretario general del NRC, Jan Egeland, destaca que el hecho de que «las crisis más desatendidas del mundo estén todas en África indica el fracaso endémico que protagonizan los responsables de la toma de decisiones, de los donantes y de los medios de comunicación para abordar el conflicto y el sufrimiento humano en este continente».
República Democrática del Congo es un «ejemplo de libro de texto», concluye la organización: es la tercera vez que encabeza esta lista (tras 2017 y 2020), y ha ocupado el segundo lugar en 2016, 2018 y 2019. El país solo ha recibido 876 millones de dólares de los 1.980 millones necesarios para atender a los casi 20 millones de personas que requerían asistencia humanitaria.
A LA SOMBRA DE UCRANIA
«La guerra en Ucrania», añade Egeland, «ha demostrado la inmensa brecha entre lo que es posible cuando la comunidad internacional se une detrás de una crisis y la realidad diaria de millones de personas que sufren en silencio dentro de estas crisis en el continente africano que el mundo ha elegido ignorar».
Este «sesgo» comporta «un precio tremendo»: no solo se pierden vida que se podrían haber salvado sino que enquista estas crisis y destruye las esperanzas de generaciones futuras.
En Burkina Faso, la crisis provocada a lo largo de 2021 por las filiales de Al Qaeda como de la de Estado Islámico ha dejado más de 800 civiles muertos desde principios de año y más de medio millón de personas a huir de sus hogares, mientras que Camerún ha sido escenario de un triple conflicto de violencia separatista, pandemia y cambio climático que ha dejado más de medio millón de desplazados.
Chad, Malí, Sudán, Nigeria, Burundi y Etiopía completan una lista marcada por la inactividad de la comunidad internacional hacia unas crisis que han pasado a un segundo plano por la guerra en Ucrania; un conflicto íntimamente relacionado con la situación en unos países donde el precio de los alimentos se ha disparado por la paralización de las exportaciones de cereales ucranianos.
Este silencio es «una receta para el desastre», concluye la organización, «que padecerán antes que nadie aquellas personas cuyos nombres son desconocidos y cuyas historias han acabado sin contar».