El mal control de las personas anticoaguladas aumenta su mortalidad en un 2%
El mal control de las personas anticoaguladas aumenta su mortalidad en un dos por ciento, según han avisado desde la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN), que ha reunido a un panel sanitario multidisciplinar de especialistas en el manejo de pacientes anticoagulados junto con los pacientes.
Este panel ha evaluado la situación actual, detectado puntos de mejora y definido acciones concretas para paliar el mal control del paciente anticoagulado en España. Su trabajo se ha reflejado en el manifiesto para el buen control del paciente anticoagulado.
«Somos conscientes de que es imposible obtener resultados excelentes, principalmente porque en este tratamiento existen muchos factores condicionantes. Sin embargo, debemos actuar para mejorar las cifras que hoy por hoy evidencian los estudios. Esto pasa por mejorar el control de los pacientes anticoagulados con AVK (anticoagulantes tradicionales, inhibidores de la vitamina K) y corregir los errores observados en la anticoagulación con ACOD (anticoagulantes de acción directa). En definitiva, aplicar las recomendaciones de la AEMPS», subraya este manifiesto.
El primer escollo que habría que superar es el incumplimiento del tratamiento por parte del paciente. Su causa no es única, aunque el análisis define como causas principales la falta de información del paciente sobre su tratamiento y las consecuencias de no consumirlo, la falta de cultura de autocuidado de la salud, menos controles de los precisos por parte de los profesionales sanitarios y la exclusión de la cadena de cuidados de la farmacia comunitaria.
De este modo, tal y como se señala en el texto, habría que garantizar la educación del paciente sobre su tratamiento y la relación con su enfermedad. «El paciente necesita estar informado para cooperar en la adherencia a su propio tratamiento. Para ello los profesionales deben ofrecer información sencilla, ajustada a unos estándares básicos, que permitan activar al paciente en el control y cumplimiento de su tratamiento», propone el manifiesto», ha recalcado.
En esta línea, se precisa potenciar los programas de revisión del uso de la medicación. Así, se señala que en pacientes pluripatológicos y polimedicados, es necesario revisar el uso de la medicación prescrita para adaptarla a actualizaciones de las guías clínicas o protocolos de recomendación destinados al tratamiento anticoagulante.
En el capítulo de información sanitaria al paciente anticoagulado, el manifiesto apunta a otras vías de mejora, como homogeneizar y protocolizar el proceso de información al paciente anticoagulado en todos los niveles asistenciales: el sistema debería facilitar material informativo adaptado a los pacientes y el profesional debería realizar recordatorios periódicos para evitar que olvide la información.
Además, se propone incorporar mecanismos de control: preguntas clave o un breve cuestionario para que el agente de salud compruebe que el paciente ha entendido o sigue recordando. Tampoco olvida el manifiesto el papel de las organizaciones de pacientes, «claramente» un recurso desaprovechado por el propio sistema asistencial, que «debe integrarlas como un agente de colaboración».
«Las asociaciones de pacientes anticoagulados disponen de la experiencia necesaria en educación sanitaria. Así, facultativos y enfermeras podrán prescribir la asociación o integrarla en su servicio con el fin de empoderar a los pacientes en el cuidado de su salud. No implicar al paciente origina consumo de más recursos sanitarios y más riesgos, como hemos observado en esta pandemia; riesgos evitables con una adecuada información, con el fomento del autocuidado para la máxima adherencia al tratamiento y con la participación de los pacientes», ha apostillado FEASAN..
Finalmente, el manifiesto tampoco olvida el importante papel que la farmacia comunitaria puede jugar en la mejora de la adherencia a través de la detección de errores de medicación, interacciones con otros fármacos y otras deficiencias similares. «La farmacia comunitaria debe poder acceder a la historia clínica para el desarrollo de esta función en el circuito asistencial, como colaboradora del profesional médico y la enfermera», zanja.