El ISCIII colabora en el estudio del impacto en la calidad del aire de la erupción volcánica en La Palma

El Centro Nacional de Sanidad Ambiental (CNSA) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), a través de su Área de Contaminación Atmosférica, comenzará campañas de medición para controlar el posible impacto sobre la salud de la erupción volcánica en La Palma.

Esta decisión, formalizada por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), viene a dar respuesta a la actual situación de emergencia producida como resultado de la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma.

De este modo, se ha establecido un mecanismo de colaboración con el Gobierno de Canarias y el ISCIII para realizar nuevos estudios de calidad del aire, adicionales a los que ya se están llevando a cabo, así evaluar el posible impacto de este episodio sobre la salud de las personas.

Este martes ha viajado a La Palma un equipo del CNSA-ISCIII para iniciar trabajos de evaluación de la calidad del aire de la Isla de La Palma; la próxima semana se enviará el equipamiento y material propio del CNSA para la captación de gases y material particulado junto con otros miembros de la plantilla del del Centro.

La labor concreta del CNSA incluirá seleccionar las localizaciones en las que hacer las mediciones, formar y cualificar al personal local en el manejo del instrumental necesario para analizar los gases y posibles contaminantes ambientales; y posteriormente analizar en el propio CNSA las muestras y datos recogidos para su análisis e interpretación.

¿QUÉ ESTUDIOS HAY PREVISTOS?

Las campañas previstas, que se desarrollarán durante los próximos meses, permitirán complementar los análisis ya realizados por la Red de Control y Vigilancia de la Calidad del Aires de Canarias, ampliando la información de las estaciones de calidad del aire presentes actualmente en la isla de La Palma. En concreto, consistirán en la determinación en tres puntos de concentraciones de partículas respirables de alto riesgo (PM2,5) y su composición en 12 metales pesados (Pb, Cd, As, Ni, Cr, Cu, Zn, Co, V, Se, Fe y Hg), así como carbono orgánico y carbono elemental.

Por otro lado, también se llevará a cabo una campaña de determinación de SO2 y HCl con sistemas de medición pasivos. La medición de SO2 se realizará con sistemas de captación pasiva en varios puntos de la isla, mientras que la de HCI se medirá usando también sistemas pasivos en lugares cercanos al mar afectados por la colada de lava y a las aglomeraciones urbanas cercanas a esta zona.

También se ha puesto a disposición del público, por parte del MINECO, a través de su página web, el Índice Nacional de Calidad del Aire (ICA), que permite comprobar, en tiempo real y de forma sencilla, la calidad del aire que marcan las estaciones de medición de la red nacional de vigilancia.

El ICA incluye además recomendaciones sanitarias para la población general y la población sensible, permite conocer la evolución del estado de calidad del aire en los últimos meses y define 6 categorías de calidad del aire: buena, razonablemente buena, regular, desfavorable, muy desfavorable, y extremadamente desfavorable.

Los contaminantes que se consideran para el cálculo del índice son: partículas en suspensión (PM10); partículas en suspensión (PM2,5); ozono troposférico (O3); dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2), por lo que se monitoriza en continuo el efecto de los gases y partículas volcánicas en tiempo real en todo el territorio nacional.

CONTAMINANTES Y EFECTOS SOBRE LA SALUD

Los principales impactos de las emisiones volcánicas sobre la calidad del aire son el aumento de los niveles de partículas en suspensión y dióxido de azufre. Durante las erupciones se produce una expulsión de materiales volcánicos, como ceniza y rocas, entre otros; el transporte y deposición de este material está determinado por las condiciones meteorológicas y el tamaño de las partículas. La fracción fina de este material, las partículas de diámetro menor o igual a 2,5 micras (PM2,5) son de especial relevancia para la salud pública.

Las PM2,5 y las denominadas como PM10 son capaces de adentrarse profundamente en los pulmones, y en concreto las PM2,5 pueden ser inhaladas hasta los bronquiolos y los alveolos pulmonares; una vez alcanzados los alveolos pulmonares pueden llegar al torrente sanguíneo. Las partículas atmosféricas en suspensión, tanto las PM10 (torácicas) como las PM 2,5 (respirables de alto riesgo), incorporan los contaminantes presentes en el aire.

En el caso concreto de las erupciones volcánicas tienen especial relevancia metales pesados tales como el hierro, cromo, mercurio, plomo, arsénico y cadmio, entre otros. Estos metales pesados, tras alcanzar el torrente sanguíneo y si se dan en concentraciones suficientemente altas, pueden distribuirse en tejidos humanos profundos y tener un efecto sobre la salud de alto impacto a largo plazo por el posible desarrollo de patologías cardiovasculares, respiratorias y oncológicas.

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