El invierno en el hemisferio sur amenaza las ya difíciles condiciones de migrantes venezolanos, avisa ACNUR
Con la llegada del invierno al hemisferio sur aumentan las dificultades que tienen que enfrentar los casi dos millones de venezolanos desplazados en países de la región latinoamericana, que ya han visto amenazada su forma de vida y su salud por la pandemia de la COVID-19, ha alertado este miércoles la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Las condiciones climáticas más adversas suponen una «amenaza directa para la salud y los medios de vida de los refugiados y migrantes» de Venezuela que se han asentado en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, países entre los que se encuentran la mayoría de los más afectados por la crisis sanitaria de la región.
En este contexto, el impacto de la pandemia en las vidas de los migrantes se ha visto condicionada y, a pesar de que la mayoría de países los han incluido en su respuesta sanitaria, «con los hospitales funcionando a plena capacidad, el acceso al tratamiento de otras enfermedades, incluidas las asociadas a la temporada de invierno, se ha vuelto cada vez más difícil», precisa ACNUR.
A esto se suma que, por ejemplo, en Perú se ha adelantado el invierno este año y las comunidades de gran altitud han experimentado temperaturas bajo cero y nevadas, por lo que la agencia ha tenido que priorizar el apoyo en las zonas de alto riesgo y de gran altitud, incluyendo Puno, Cuzco y Arequipa, distribuyendo más de 13.000 mantas térmicas durante la temporada de invierno, junto con kits de higiene.
En cuanto a Chile, las tormentas eléctricas, las fuertes lluvias y las temperaturas bajo cero ya han afectado al centro y al sur del país, mientras que en la frontera norte del país, donde los venezolanos llegan a pie sin ropa adecuada, las temperaturas nocturnas ya están muy por debajo del punto de congelación. Frente a esta situación, ACNUR también está brindado ayuda para que los migrantes puedan hacer frente a las condiciones climáticas adversas.
Los kits de invierno distribuidos en Perú y Chile también serán repartidos en varias ciudades de Argentina, Bolivia y Uruguay a medida que el frío afecte a la región en las próximas semanas.
La región del Amazonas brasileña también se ha visto afectada por «fuertes tormentas que han provocado las peores inundaciones desde 1902, que han dañado las infraestructuras humanitarias y han desplazado a miles de brasileños y venezolanos», ha lamentado la agencia de Naciones Unidas.
La ayuda a los migrantes en este caso ha consistido en proporcionar alojamiento seguro a los desplazados y ayuda para reconstruir las estructuras dañadas, para mejorar el sistema de drenaje de los refugios. También ha entregado mosquiteras y lámparas solares.
«Mientras la COVID-19 sigue devastando la región, la llegada del invierno amenaza con exponer a los venezolanos a dificultades indecibles», ha alertado el representante de la oficina regional para América Latina Sur, Juan Carlos Murillo, que ha lamentado también que «la desesperación ya se está profundizando, y los mecanismos negativos para hacer frente a la situación van en aumento».
Por eso, y «a pesar de los encomiables esfuerzos de los países de acogida para reducir el sufrimiento», se necesita «más apoyo para hacer frente a las crecientes necesidades», ha recordado Murillo en vísperas de la celebración de una Conferencia Internacional de Donantes para los refugiados y migrantes de Venezuela, programada para el 17 de junio con la intención de recaudar fondos suficientes para hacer frente a la crisis migratoria.