El intestino podría tener un desconocido mecanismo de defensa para expulsar toxinas dañinas, según un nuevo estudio
Investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) han descubierto que las células que recubren el intestino del pez cebra, y probablemente también los humanos, tienen un mecanismo de defensa cuando se enfrentan a ciertos tipos de toxinas: las expulsan de allí.
«El intestino tiene la difícil tarea de manejar todos los productos químicos que consumimos o producimos, y algunos pueden ser perjudiciales. Así que ha desarrollado muchas formas interesantes de defenderse contra este daño», explica Ted Espenschied, uno de los autores de este trabajo, que se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences .
El equipo estaba probando más de 20 medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) en un intento de hacer del pez cebra un nuevo modelo para estudiar las lesiones químicas en el intestino. Sin embargo, encontraron algo inesperado. Solo uno de los medicamentos que probaron pareció crear diferencias mensurables en los peces, un antiguo AINE llamado glafenina que fue retirado del mercado después de haber sido relacionado con el daño renal y hepático.
La glafenina estaba haciendo que el pescado se desprendiera hasta un cuarto de las células que recubren sus intestinos durante la noche mediante un proceso llamado delaminación. Lo que no se había reconocido antes es que la delaminación, que parece catastrófica, es en realidad una estrategia de defensa altamente efectiva.
El revestimiento del intestino es una sola capa de células epiteliales similares a los dedos que se encuentran muy juntas. Cuando una célula epitelial intestinal está alterada, de alguna manera se marca para su destrucción. Durante la delaminación, las células epiteliales vecinas empujan contra la célula condenada hasta que la expulsan. «No esperábamos que la delaminación fuera protectora», reflexiona Espenschied.
Después de muchos experimentos y un análisis detallado de las propiedades químicas de la glafenina, los investigadores determinaron que no eran las cualidades de los AINE las que dañaban al intestino, sino su habilidad, aparentemente única, para inhibir una estructura celular conocida como la bomba de efluxo multirresistente.
Estas bombas existen para ayudar a purgar químicos no deseados del interior de las células. Los investigadores del cáncer han estado muy interesados en encontrar maneras de bloquear las bombas de flujo porque los tumores las aceleran para expulsar a las quimioterapias fuera de las células cancerosas, frustrando la terapia del cáncer.
Cuando la glafenina bloquea las bombas de efluxo en el pez cebra, el intestino responde con delaminación, por un mecanismo que los investigadores aún no han identificado. «Todavía no sabemos qué células salen y por qué. Lo que separa esa celda de sus vecinos es una pregunta fascinante para la que aún no sabemos la respuesta», concluyen.