La ONU avisa de que la obesidad en América Latina se ha triplicado por el consumo de ultraprocesados y comida rápida

Un informe de Naciones Unidas ha avisado de que la obesidad en los países de América Latina se ha triplicado por el aumento del consumo de ultraprocesados y comida rápida, especialmente en la zona del Caribe, donde el porcentaje ha pasado del 6 por ciento en 1975 al 25 por ciento en la actualidad, un incremento en términos absolutos de 760.000 a 6,6 millones de personas.

«El explosivo aumento de la obesidad, que afecta al 24 por ciento de la población regional, no sólo tiene enormes costos económicos, sino que amenaza la vida de cientos de miles de personas», ha explicado el representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Julio Berdegué.

En este sentido, la ONU ha avisado de que América Latina está peor que el resto del mundo en la mayoría de los indicadores de malnutrición relacionados con la ingesta excesiva de calorías. Y es que, el sobrepeso se ha duplicado desde la década de los setenta, y afecta en la actualidad al 59,5 por ciento de los adultos en la región, 262 millones de personas, mientras que a nivel global la tasa es del 39,1 por ciento.

Además, cada año 600.000 personas mueren en América Latina y el Caribe debido a enfermedades relacionadas con la mala alimentación y la obesidad, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.

Ahora bien, en contraste con el problema de la obesidad, el organismo ha informado de que América Latina tiene menores tasas de subalimentación que el resto del mundo, un 6,5 por ciento para la región frente al 10,8 por ciento mundial, incluido lo relativo a la desnutrición crónica infantil, que es del 9 por ciento frente 21,9 por ciento en el resto del planeta. De esa forma, por cada persona que sufre hambre en América Latina y el Caribe, más de seis padecen sobrepeso u obesidad.

CAMBIOS EN EL ENTORNO ALIMENTARIO

En el informe de la ONU se ha realizado un análisis detallado de cómo ha cambiado el entorno alimentario de la región, entendido como el espacio de interacción entre las personas y las condiciones físicas, económicas, políticas y socioculturales que influyen en la manera que adquieren, preparan y consumen alimentos.

Por ejemplo, la agricultura y la producción de alimentos se orientan cada vez más al suministro de supermercados y de los hipermercados. En la mayoría de los países de América Latina ha tenido lugar una concentración de los supermercados, sobre todo desde la década del 2000. Las cadenas internacionales han adquirido varias cadenas locales y actualmente ocupan una porción importante del mercado.

La expansión de las cadenas de supermercados y la preponderancia que han tomado las grandes industrias procesadoras de alimentos ha hecho que los productos ultraprocesados estén disponibles en todas partes, y a menores precios que la comida nutritiva.

«Aunque los supermercados pueden ofrecer alimentos diversos, también parece haber una relación directa entre la presencia de supermercados y el consumo de productos ultraprocesados. De hecho existe evidencia de que las compras en supermercados pueden aumentar la proporción de compras de ultraprocesados», ha dicho la ONU.

De hecho, las ventas de productos ultraprocesados son las que más crecen en América Latina, lo que incrementa la exposición de la población a cantidades excesivas de azúcar, sodio y grasas: entre el 2000 y 2013, el consumo de productos ultraprocesados creció más de 25 por ciento, y el consumo de comida rápida creció casi un 40 por ciento.

Los pobres son quienes más han sufrido producto de estos cambios, ya que para ellos puede resultar más caro comer sano que comer mal. Por tanto, tal y como ha recordado la ONU, los ingresos de las familias y el coste de los alimentos determinan en buena medida la cantidad, variedad y calidad de los alimentos a los que acceden las personas.

«En otras palabras, el poder adquisitivo de los hogares influye en su capacidad para cubrir las necesidades calóricas y nutricionales de mantener una vida saludable y activa. Por lo tanto, los aumentos en los ingresos de los hogares pueden mejorar el acceso a alimentos inocuos y nutritivos. Por el contrario, altos niveles o cambios abruptos de los precios de los alimentos pueden afectar a la cantidad y calidad de la dieta a la que accede un determinado hogar», se señala en el informe.

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