El fiscal imputa asesinato a la acusada del crimen del cráneo de Castro
Las partes no reclaman al juez más diligencias, salvo la caligráfica pendiente al crucigrama de una periódico que envolvía la cabeza
El fiscal del crimen del cráneo de Castro Urdiales ha imputado un delito de asesinato con agravante de parentesco a la acusada de decapitar a su pareja, cuya cabeza apareció hace dos años en el interior de una caja que la sospechosa había entregado tiempo atrás a una amiga suya para que se la guardara.
Así se lo ha trasladado este viernes el representante del ministerio público al juez encargado del caso, el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de la localidad cántabra, en una comparecencia en que la acusación particular ha considerado igualmente que la procesada, Carmen Merino, acabó con la vida de su novio, Jesús María Baranda, y que los hechos son constitutivos del citado delito de asesinato y merecedores de la misma agravante.
Además, en la citación, convocada tras la transformación del procedimiento para que se juzgue por la Ley del Jurado –a petición de la nueva defensa, tras la renuncia del anterior letrado el mes pasado– las partes ha solicitado que no se practiquen nuevas diligencias de investigación, para no acumular más dilaciones indebidas en la causa, salvo una que está pendiente.
Se trata, según ha podido saber Europa Press por fuentes personadas en el caso, de una pericial caligráfica, a un crucigrama de una hoja de periódico que envolvía el cráneo, que su vez estaba dentro de una bolsa y guardado en el interior de una caja de cartón.
El hallazgo se produjo a finales de septiembre de 2019, cuando una amiga de la procesada y ante el olor que desprendía abrió el paquete que tiempo antes le había pedido que guardara en su casa, alegando que escondía en ella juguetes eróticos y que no quería que encontraran los agentes en los registros por la investigación iniciada tras la desaparición del hombre, un banquero vasco jubilado de 67 años del que no se sabía nada desde febrero y cuyo cuerpo no ha sido hallado hasta ahora.
La práctica de la prueba de caligrafía al pasatiempo había sido solicitada por la acusación particular, que recurrió la negativa del juez a que se llevara a cabo ante la Audiencia Provincial de Cantabria y que se tiene que pronunciar al respecto.
De todos modos, la defensa ha interesado que el procedimiento prosiga su curso con independencia de la resolución de la AP y se dé así trámite a las acusaciones para que formulen los correspondientes escritos, reflejando en ellos las penas que reclaman por el delito de asesinato para la acusada.
La mujer, natural de Sevilla, llevaba varios años residiendo en Cantabria y se encuentra en prisión provisional en el centro penitenciario de El Dueso, en Santoña, desde el macabro descubrimiento del cráneo.
GUARDÓ LA CABEZA Y EL SECRETO GRACIAS A LAS PASTILLAS
Entre las declaraciones tomadas hasta ahora en sede judicial, que en dos años ha cambiado tres veces de titular, destaca la practicada a la sospechosa en noviembre de 2020, cuando rompió su silencio para asegurar que no tuvo «nada que ver» con la desaparición y fallecimiento de su pareja.
Añadió que no tenía «ni idea» de qué había «podido ocurrir» al hombre, con el que convivía desde hacía siete años en un piso de la calle Padre Basabe de Castro Urdiales, y que ambos «se querían muchísimo», según remachó.
Además, de acuerdo con la testifical de una mujer -hermana de la que abrió la caja con el cráneo- la procesada le había asegurado tras el descubrimiento que había podido «guardar» la cabeza de su pareja y el «secreto tan gordo» de lo ocurrido meses antes «gracias a las pastillas».
DESCUBRIMIENTO DEL CASO
El hallazgo del cráneo desató todo tipo de conjeturas sobre lo sucedido y su identidad se determinó días después de su aparición por las pruebas forenses que se practicaron.
Durante las jornadas siguientes, la Guardia Civil de Cantabria, con apoyo de especialistas de Madrid y con ayuda de perros, inspeccionó el piso de la pareja, terrenos que tenía el fallecido en la zona, y hasta se desplazó al vertedero de Meruelo, el más grande de Cantabria, para informarse sobre tratamiento de residuos.
El juez decretó el secreto de las actuaciones y lo prorrogó durante varios meses, hasta el 30 de junio del año pasado cuando se levantó, es decir, nueve meses después del hallazgo. Y en julio la Audiencia Provincial de Cantabria denegó la libertad provisional a la procesada al apreciar riesgo de fuga, entre otros motivos.
Cuando se cumplen dos años de lo sucedido -el plazo legal establecido para prorrogar la cárcel preventiva para este tipo de delitos- quedan todavía por despejar muchas dudas sobre el caso, como el motivo del crimen, dónde se produjo o dónde se encuentra el resto del cuerpo del fallecido.