El fin de medidas Covid en colegios aumentará los piojos, que afectaron al 46% de niños cántabros antes de la pandemia
Cuatro de cada diez niños cántabros (46%) de entre 3 y 12 años tuvieron piojos alguna vez en los tres años anteriores a la pandemia de Covid-19 y es previsible que la supresión de la distancia social y otras medidas anticovid en los colegios genere nuevos casos de pediculosis en las aulas, tras dos años de baja incidencia.
Así lo pone d emanifuesto el IX Estudio CinfaSalud: Percepción y hábitos de los padres y madres españoles ante la pediculosis , realizado en 2019 y avalado por la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC).
La investigación de Cinfa y SEFAC se basa en un cuestionario a 3.072 padres españoles con hijos de 3 a 12 años escolarizados -4.204 niños y niñas-, residentes en todas las comunidades autónomas.
El estudio confirma además que la pediculosis es más frecuente en las niñas (55,8%) que en niños (47,5%), por el cabello largo y porque, entre ellas, son más habituales los juegos de cercanía y son más proclives a compartir artículos de pelo, según el médico de Cinfa, Julio Maset.
Además han padecido este problema el 55,7% de los niños de 10 a 12 años y el 52,8% de los que tienen de 6 a 9 años, frente al 42,9% de los más pequeños (de 3 a 5 años).
En Cantabria, nueve de cada diez familias (90,2%) creen que sus hijos se contagiaron de piojos en el colegio; el 5,9% en la piscina; el 3,9% en campamentos, y el mismo porcentaje en un lugar sin precisar o en el entorno familiar. El 2% opina que sucedió en actividades extraescolares.
Dos de cada tres familias cántabras (66,7%) detectan la pediculosis por el prurito (picor) aunque siete de cada diez (70,6%) ven los piojos en el cabello de sus hijos. Además, el 2% observa lesiones en el cuello o tras las orejas.
El estudio muestra el impacto psicológico de este problema ya que uno de cada cuatro (25,5%) padres de Cantabria cree que tener piojos afecta emocionalmente a sus hijos y la mitad (49%) siente que les afecta a ellos directamente. Según Maset, «esto pone en evidencia la necesidad de normalizar la pediculosis en la sociedad como un problema más de salud, fácilmente atajable y en absoluto vinculado al pelo sucio, para ahorrar angustias innecesarias».
La mayor preocupación de los padres españoles ante los piojos es el picor y las molestias que estos generan (35,2%), seguido de la posibilidad de que pueda contagiarse el resto de la familia (17,3%). Otras inquietudes son el riesgo de transmisión de enfermedades (16,9%) –pese a que los piojos no son transmisores de patologías–, el «jaleo» que implica el tratamiento (14,4%), la repulsa que generan los piojos (8,5%) y el estigma que el tener estos parásitos pueda suponer para sus hijas (7,6%).
Uno de cada cuatro progenitores con niños en edad escolar (24,7%) sigue creyendo que los piojos están relacionados con una falta de higiene, lo que lleva a algunos padres a temer que traten a sus hijos de diferente manera por tener piojos y como consecuencia, a no notificarlo al colegio, «lo cual aumenta la gravedad de un problema que, bien gestionado, podría solucionarse rápida y eficazmente», explica la experta de Cinfa, Ana Molinero.
En concreto, uno de cada diez (13,3%) progenitores no avisa al colegio cuando su hijo tiene piojos, en uno de cada tres casos (29,9%) por la vergüenza y el miedo al estigma social, porcentaje que en Cantabria baja al 23,5%.
Otras ideas falsas son que los piojos vuelan de una cabeza a otra, que las mascotas los contagian o que el mejor remedio para eliminar los piojos es cortar el pelo.
De acuerdo a la investigación, en Cantabria, nueve de cada diez (92,2%) familias aplican un tratamiento pediculicida para eliminar los piojos y también nueve de cada diez de ellas (91,5%) creen que fue eficaz.
Sin embargo, el estudio revela que solo el 12,8% lleva a cabo el tratamiento correctamente, ya que el resto no aplica el conjunto de medidas necesarias para garantizar su efectividad: seguir las instrucciones del fabricante, peinar mechón a mechón con la lendrera, no usar secador, seguir pasando la lendrera en las dos semanas siguientes y verificar a los siete días si todavía hay parásitos, en cuyo caso habría que reaplicar el tratamiento.
Además, en Cantabria las medidas preventivas no se llevan a la práctica con la frecuencia necesaria pues cuatro de cada diez (41,7%) familias no utilizan repelentes de piojos.
El estudio refleja también que dos de cada tres familias (66,1%) no supieron exactamente cómo actuar cuando sus hijos tuvieron piojos por primera vez. La fuente de consulta más habitual a la que recurren los madres cántabros es el farmacéutico (47,1%), seguida de amigos o conocidos (43,1%), Internet (29,4%) y los médicos y enfermeros (15,7%).