El expresidente de Burundi Pierre Buyoya será enterrado en Malí, según su familia
El expresidente de Burundi Pierre Buyoya, fallecido la semana pasada a causa del coronavirus, será enterrado en Malí, donde residía desde hace años debido a su cargo como enviado especial de la Unión Africana (UA) para Malí y el Sahel, del que dimitió poco antes de su fallecimiento, según ha confirmado su familia a través de un breve comunicado.
«La esposa, los hijos y los nietos del presidente Pierre Buyoya anuncian a padres, amigos y conocidos que los funerales del difunto tendrán lugar en Malí, donde el presidente Buyoya y su esposa residían desde hace unos años», ha señalado la familia, tal y como ha recogido el diario independiente burundés Iwacu .
Así, ha indicado que «la fecha de los funerales será comunicada posteriormente» y ha expresado su «profunda gratitud» a las autoridades malienses, a la Comisión de la UA y «a todos los que han expresado su solidaridad en estos momentos de dura dificultad».
El expresidente, de 71 años, falleció el 18 de diciembre en Francia, a donde había sido evacuado para recibir tratamiento por las complicaciones derivadas de la COVID-19, enfermedad que habría contraído en la capital maliense, Bamako.
El fallecimiento de Buyoya se ha visto seguido por un silencio por parte del Gobierno burundés y un alto cargo del país habría trasladado a la familia del expresidente que tiene derecho a ser enterrado en el país, si bien «no se beneficiaría de honores» debido a la condena dictada en su contra, según el portal de noticias Koaci.
Buyoya, que fue presidente entre 1987 y 1993 y entre 1996 y 2003, renunció a finales de noviembre a su cargo como enviado de la UA para poder enfrentarse al proceso de apelación de la condena a cadena perpetua dictada contra él por el Tribunal Supremo en octubre en relación con el asesinato de su sucesor, Melchior Ndadaye, durante el intento de golpe de Estado de 1993 en el país africano.
Junto a Buyoya fueron condenados los exvicepresidentes Alphonse Marie Kadege y Bernard Busokoza, mientras que el antiguo primer ministro Antoine Nduwayo fue absuelto. La mayoría de los sentenciados en el juicio eran altos cargos del Ejército en el momento del asesinato de Ndadaye.
Las autoridades burundesas emitieron en 2018 una orden de arresto internacional contra Buyoya, miembro de la comunidad tutsi y presidente entre 1987 y 1993 y posteriormente entre 1998 y 2003, tras ascender al poder en sendos golpes de Estado.
Buyoya fue sucedido en 1993 por Ndadaye, miembro de la comunidad hutu –mayoritaria en el país–, quien intentó impulsar un proceso de unidad nacional tras imponerse en las elecciones de ese año, cuando se convirtió en el primer mandatario electo en la historia del país.
EL GOLPE DE ESTADO
Sin embargo, apenas tres meses más tarde sufrió una asonada aparentemente provocada por sus esfuerzos de reforma en el seno del Ejército, dominado por los tutsis. Durante el golpe de Estado, fue capturado y asesinado a golpes de bayoneta por los alzados.
Los golpistas enterraron su cuerpo en una fosa común junto a los del presidente del Parlamento, Pontien Karibwami; el vicepresidente del Parlamento, Gilles Bimazubute; el jefe de los servicios de Inteligencia, Richard Ndikumwami; y el ministro del Interior, Juvénal Ndayikeza, si bien posteriormente lo exhumaron y lo entregaron a la familia.
El golpe, encabezado por el jefe del Ejército Jean Bukomagu y el expresidente Jean-Baptiste Bagaza, supuso la creación de una junta que días después entregó la Presidencia a la primera ministra, Sylvie Kinigi, quien se había refugiado en la Embajada francesa junto a otros altos cargos, debido a las presiones internacionales.
El fallido golpe de Estado y el asesinato de Ndadaye –del que se culpó posteriormente a Buyoya por sus presuntos actos entre bambalinas durante la asonada– derivaron en un incremento de las tensiones étnicas que provocaron el estallido de una guerra civil que concluyó en 2005.
El fin de la guerra civil –que se saldó con cerca de 300.000 muertos– llevó al poder a Pierre Nkurunziza, quien permaneció en el cargo hasta su repentina muerte en junio, en un momento en el que se preparaba para traspasar los poderes a su delfín , Évariste Ndayishimiye, vencedor de las elecciones celebradas semanas antes.