El deterioro de la situación en el norte de Mozambique preocupa cada vez más en España y la UE
El riesgo de que el conflicto se extienda más allá de Cabo Delgado y pueda llegar a Tanzania «es cada vez más real»
La situación en el norte de Mozambique, donde desde finales de 2017 operan milicianos yihadistas, sigue deteriorándose y el riesgo de que la violencia se propague a otras regiones más allá de Cabo Delgado y a la vecina Tanzania va en aumento, lo cual genera una creciente preocupación tanto en la UE como en España.
La respuesta principalmente de seguridad del Gobierno mozambiqueño no ha dado el resultado deseado y la crisis humanitaria sigue agravándose, con más de 670.000 desplazados internos, casi un millón de personas que pasan hambre y 1,3 millones necesitadas de ayuda humanitaria.
Aunque el primer ataque se produjo en octubre de 2017, la situación se agravó a raíz de que desde junio de 2019 Estado Islámico en África Central (ISCA), la filial del grupo terrorista en la región, comenzara a reivindicar los ataques. Desde marzo pasado, cuando se produjo la primera toma de la ciudad de Mocimboa de Praia, la violencia se ha recrudecido.
«La UE está muy preocupada por la crisis en Cabo Delgado», reconocen fuentes europeas a Europa Press. También el Gobierno español sigue con atención la situación. Fuentes diplomáticas reconocen que «el riesgo de extensión es cada vez más real» y admiten que «preocupa principalmente la crisis humanitaria».
También al otro lado del Atlántico preocupa este conflicto. Prueba de ello es que el pasado 10 de marzo Estados Unidos designó a la filial de Estado Islámico en el norte de Mozambique como organización terrorista extranjera y que esta semana ha arrancado un programa de entrenamiento de dos meses para dar adiestramiento a marines mozambiqueños «para apoyar los esfuerzos para evitar la propagación del terrorismo y el extremismo violento».
GOBIERNO RETICENTE A PEDIR AYUDA
Sin embargo, hasta ahora, el Gobierno de Filipe Nyusi se ha mostrado reacio a pedir ayuda exterior para enfrentar la amenaza, que achaca principalmente al terrorismo internacional, pese a que los países de la región, con Sudáfrica a la cabeza, se han mostrado dispuestos a apoyar militarmente sus esfuerzos. Hasta ahora, resaltan las fuentes diplomáticas españolas, la respuesta del Gobierno mozambiqueño «ha sido principalmente militar», lo cual no ha reducido la amenaza.
«El panorama es sombrío», reconocía recientemente Salvador Forquilha, investigador del Instituto de Estudios Sociais y Economicos (IESE) mozambiqueño en un webinar organizado por Casa África, subrayando que «la violencia se ha instalado y si no se adoptan medidas concretas para contenerla terminará siendo endémica como ocurre en el este de República Democrática del Congo».
En Cabo Delgado se ha producido una tormenta perfecta en la que han confluido distintos factores. Esta región es una de las más pobres del país pese a albergar importantes yacimientos de gas –Total tiene aquí la mayor inversión privada de todo el continente– y el 70 por ciento de la población son jóvenes sin muchas expectativas de futuro y que ven en la insurgencia un medio de vida.
Además, en los últimos años ha ido calando entre los más jóvenes una forma de islam importada mucho más radical que la tradicional sufí que imperaba en esta zona. A ello también ha contribuido que Cabo Delgado sirva de importante nodo para todo tipo de tráficos ilícitos tanto de drogas, como de madera o contrabando.
PROPAGACIÓN A OTRAS REGIONES Y TANZANIA
Ahora, como reconocen las fuentes diplomáticas, el riesgo de que la amenaza se siga extendiendo es «real», en particular a las vecinas regiones de Niassa y Nampula, donde las condiciones son las mismas o incluso peores, y donde los terroristas ya parecen haber comenzado a reclutar jóvenes.
En este sentido, en un reciente informe publicado por el IESE, Forquilha y Joao Pereira explican que los yihadistas prometen empleo en el sector pesquero o el minero en Cabo Delgado con mejores salarios y mejores condiciones de vida y se dirigen sobre todo a aquellos que están en situación de mayor vulnerabilidad «sin empleo ni perspectivas».
Pero el riesgo de propagación no se limita a Mozambique, sino que se extiende en particular a la vecina Tanzania, donde las condiciones al otro lado de la frontera son muy similares y donde ya hubo un ataque el pasado mes de octubre que dejó al menos una veintena de muertos.
Otro componente en este panorama que contribuye a agravar la situación son los abusos que tanto los yihadistas como las fuerzas de seguridad mozambiqueñas, respaldadas por mercenarios de la firma sudafricana Dyck Advisory Group, han venido cometiendo. Los terroristas han perpetrado decapitaciones y violado a mujeres, mientras que a las fuerzas de seguridad se les acusa de ejecuciones extrajudiciales entre otros.
«Los habitantes de Cabo Delgado están atrapados entre las fuerzas de seguridad mozambiqueñas, la milicia privada que lucha junto al Gobierno» y los yihadistas, denunciaba recientemente el director para África Oriental de Amnistía Internacional, Deprose Muchena, subrayando que «los tres han cometido crímenes de guerra».
No es de extrañar, por tanto, que la población viva traumatizada. Quienes huyen, en general lo hacen con lo puesto y en su camino «se encuentran con gente muerta, que ha sido asesinada, descuartizada, a familiares o vecinos de sus pueblos a quienes han cortado la cabeza», explica la coordinadora médica de Médicos Sin Fronteras (MSF), Patricia Postigo.
A esto hay que añadir el contexto de la pandemia de coronavirus, que ha tenido en Cabo Delgado uno de los principales focos en Mozambique, y un brote de cólera en la provincia donde, según la ONU, la inseguridad ha dañado o destruido el 36 por ciento de las instalaciones sanitarias y en los distritos más golpeados por la violencia no había ninguna clínica operativa a finales de 2020.
LA RESPUESTA MILITAR NO BASTA
Por ello, los expertos coinciden en que la respuesta a esta crisis no puede ser solo militar. «En el mejor de los casos conseguiremos eliminar a algunos líderes y combatientes pero inmediatamente serán sucedidos por otros, como hemos visto tantas veces en otros lugares», advertía en el citado webinar el codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús Núñez, reclamando una respuesta económica y social que aborde las causas subyacentes.
En esta respuesta, será necesario el apoyo de la comunidad internacional pero los expertos coinciden en su advertencia de que una intervención militar extranjera en el país podría no ser la mejor solución y ponen como referente al Sahel, donde la violencia yihadista no solo no ha remitido sino que se ha recrudecido en los próximos años pese a los esfuerzos internacionales. «No hay que cometer los mismos errores que hemos cometido en el Sahel», recalca el codirector del IECAH.
«La UE está analizando todas las posibilidades para incrementar su apoyo», aseguran las fuentes consultadas. En todo caso, antes de tomar una decisión, aclaran las fuentes europeas, hará falta hablar con las autoridades mozambiqueñas y de la región para poder determinar «el alcance» y el «enfoque» de ese apoyo reforzado que debería abordar tanto aspectos humanitarios, como de desarrollo y de apoyo a la seguridad.
Por lo que se refiere a la posibilidad de desplegar una misión militar de la UE, las fuentes sostienen que es algo que requiere aún un análisis en profundidad y que es «demasiado pronto» para decantarse por una opción.
También el Gobierno español considera que aún es prematuro hablar de una eventual participación. Por una parte, subrayan las fuentes, «el Gobierno de Mozambique no ha hecho una petición en términos concretos» y por otra la UE aún no ha llevado a cabo «una misión exploratoria que identifique las necesidades». Una vez esto ocurra «España tendrá que valorar su participación junto al resto de miembros», aclaran.