El detenido en Sudáfrica por ser uno los principales acusados por el genocidio en Ruanda enfrenta 54 cargos

Fulgence Kayishema, uno de los principales acusados por su papel en el genocidio en 1994 en Ruanda y que fue detenido el 25 de mayo en Sudáfrica se enfrenta a 54 cargos.

El acusado se enfrentará el próximo 20 de junio a nueve cargos de fraude, diez de transgredir la Ley de refugiados y 35 por incumplir la Ley de inmigración del país, según ha informado la agencia africana APA News.

El «fugitivo de genocidio más buscado del mundo», según la ONU, fue detenido en Sudáfrica tras más de dos décadas en paradero desconocido, según confirmó el jueves el Mecanismo Residual para los Tribunales Penales Internacionales (IRMCT).

El IRMCT señaló en un comunicado que el hombre, fugado desde 2001, fue arrestado en la ciudad de Paarl en el marco de una operación conjunta por parte del organismo y las autoridades sudafricanas. Kayishema está acusado de orquestar el asesinato de cerca de 2.000 refugiados tutsis en una iglesia católica durante el genocidio.

Kayishema fue imputado en 2001 por genocidio, complicidad en genocidio, conspiración para cometer genocidio y crímenes contra la humanidad por actos en la comuna de Kivumu, en la prefectura de Kibuyu. El hombre es sospechoso de asesinar a más de 2.000 hombres, mujeres, niños y ancianos que habían buscado refugio en la iglesia Nyange, incluida su participación directa en la planificación y ejecución de la matanza, incluida la obtención y distribución de gasolina para quemar la iglesia con estas personas dentro.

Una vez que este intento fracasó, Kayishema y otros implicados en la masacre utilizaron una excavadora para derribar la iglesia, enterrando a los refugiados, que murieron entre los escombros. Posteriormente, supervisaron el traslado de cadáveres a fosas comunes durante los siguientes dos días.

Durante su periodo fugado, Kayishema utilizó diversos alias y documentos falsos para ocultar su identidad, al tiempo que recibió apoyo de familiares y antiguos miembros de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) –un grupo armado rebelde fundado e integrado principalmente por hutus responsables del genocidio– y otras personas que respaldan la ideología genocida del movimiento Poder Hutu.

Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.

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