El Defensor del Pueblo recibe 58 quejas por los lazos amarillos y pide a la Generalitat que garantice la neutralidad
Recuerda que las instituciones públicas «no deben ser correlatos de los partidos políticos y demás entidades de la sociedad civil»
MADRID, 11
El Defensor del Pueblo recibió 58 quejas en 2018 por la colocación de lazos amarillos y otra simbología independentista, por lo que en su Informe Anual recuerda tanto a la Generalitat que preside Quim Torra como a los ayuntamientos y administraciones la obligatoriedad de «respetar la neutralidad ideológica en las fachadas e interior de los edificios públicos».
La institución que encabeza en funciones Francisco Fernández Marugán incluye un apartado dentro de «Ciudadanía y seguridad pública» en el que analiza la neutralidad ideológica de las administraciones públicas, centrándose principalmente en el conflicto generado por la colocación de la simbología independentista en Cataluña.
Recuerda a los responsables políticos, en concreto, que la «apariencia de imparcialidad es complemento necesario del deber de las administraciones públicas a que se refiere el artículo 103.1 de la Constitución y el artículo 30.2 del Estatuto de Cataluña». Además, el defensor recuerda los pronunciamientos en este sentido de la junta electoral con motivos de las elecciones de abril y mayo.
La mayor parte de las 58 quejas estaban «aún en trámite al cierre del ejercicio», según recuerda el Defensor del Pueblo en su Informe de 2018, que arranca con el caso tramitado el 7 de agosto de 2018 de un ciudadano que pidió amparo quejándose de la instalación de lazos amarillos en la fachada principal del Hospital de Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
También se remite a la declaración institucional que realizó como Defensor del Pueblo el 3 de septiembre de 2018 donde ponía en cuestión la colocación de simbología independentista por comprometer la «neutralidad ideológica propia de una sociedad pluralista, libre, abierta, democrática y tolerante».
«Las instituciones públicas no deben ser correlatos de los partidos políticos y demás entidades de la sociedad civil (real y legítimamente plurales). Representan a todos y precisamente por ello _-y porque deben no solo estar, sino también parecer estar, al servicio de todos_- han de guardar una exquisita neutralidad, también en el terreno de los símbolos», concluye el Defensor del Pueblo.