El consumo de leches infantiles enriquecidas no supone una mayor ingesta de azúcares totales en la dieta de los niños
El consumo excesivo de azúcares libres se ha relacionado con un aumento en la ingesta total de energía y una reducción del consumo de alimentos más densos nutricionalmente, lo que lleva a una dieta poco saludable, aumento de peso, caries dental y mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, según una investigación publicada en la revista Nutrients en el marco del Estudio EsNuPI (Estudio Nutricional en Población Infantil Española), llevada a cabo por la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y la Fundación Iberoamericana de la Nutrición (FINUT).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció una recomendación para reducir la ingesta de azúcares libres tanto en adultos como en niños a menos del 10 por ciento de la ingesta energética total. Las recomendaciones de la OMS también indicaban una mayor reducción de la ingesta de azúcares libres por debajo del 5 por ciento para conseguir beneficios adicionales para la salud.
En general, no hay diferencias significativas en la ingesta de azúcares (intrínsecos y añadidos) entre el grupo de referencia y el grupo consumidor de leches enriquecidas. Asimismo, el estudio también muestra que la ingesta diaria de azúcares intrínsecos (lactosa, fructosa) aumenta con la edad en el grupo de los niños.
La tendencia al incremento sucede para los azúcares añadidos en el grupo consumidor de leches enriquecidas infantiles. En función de la edad, el sexo y la muestra que se considere se encontró entre un 73 por ciento y un 42 por ciento de niños con ingestas de azúcares libres superiores a las recomendadas, un dato preocupante que sugiere la necesidad de monitorizar el consumo de azúcares añadidos en la población infantil y poner en marcha medidas que ayuden a las familias a reducirlo, como la promoción de campañas de educación nutricional o la identificación de los azúcares añadidos en el etiquetado de los alimentos.
Las fuentes alimentarias de azúcares intrínsecos en el grupo de referencia fueron: leche y productos lácteos; frutas; verduras y cereales, y en el grupo de leches adaptadas fueron frutas, leche y productos lácteos, verduras y cereales. Asimismo, las fuentes alimentarias de azúcares añadidos en ambos grupos fueron: productos lácteos (principalmente yogures), azúcares y dulces, panadería y pastelería, y cereales.
«La leche y productos lácteos constituyen uno de los grupos que más azúcares intrínsecos aportan a la dieta de los niños porque contienen lactosa, un azúcar naturalmente presente en la leche que no está asociado a problemas de salud. También es el grupo que más azúcares añadidos aporta, principalmente por el consumo de yogures aromatizados. Pero no hay que olvidar que la leche y productos lácteos tienen un perfil nutricional muy interesante, contienen proteínas de alta calidad, biodisponibilidad y digestibilidad que juegan un papel importante en el desarrollo y crecimiento del niño. Contienen todos los aminoácidos esenciales, es decir, aquellos que debemos incorporar en la dieta porque el organismo es incapaz de producir», ha dicho el catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU-San Pablo, Gregorio Varela-Moreiras.
Asimismo, añade, respecto a sus ácidos grasos, a pesar de ser en parte saturados, se ha demostrado que los presentes en la leche, lejos de ser perjudiciales, podrían incluso tener beneficios cardiovasculares asociados»
Del mismo modo, y según se desprende de los resultados del Estudio EsNuPI, comparando ambas muestras de la población infantil incluidas (población de referencia y niños consumidores de leches infantiles enriquecidas) se apreciaron diferencias significativas en la dieta.
Frente al patrón alimentario más relacionado con la dieta mediterránea, predominante entre los niños consumidores de leches infantiles enriquecidas, los niños de la población de referencia presentaron un patrón dietético cuyo principal componente eran los alimentos englobados en el grupo de «hipercalóricos y apetitosos», con un consumo alto de azúcares y grasas.
El consumo de alimentos considerados menos saludables, como bollería, repostería, alimentos precocinados o aperitivos fue significativamente mayor en el grupo de niños de la población de referencia, mientras que los niños consumidores de leches infantiles enriquecidas presentaron consumos más altos de frutas, verduras, leche y productos lácteos y cereales.
El consumo de leches infantiles enriquecidas también parece estar asociado a un mejor mantenimiento de los patrones dietéticos saludables a medida que el niño va creciendo y con una mayor ingesta de nutrientes básicos: ácidos grasos insaturados, calcio, vitamina D.
«A medida que los niños crecen, su exposición a alimentos procesados es mayor. Esto puede llevar a patrones dietéticos menos saludables porque, además de que habitualmente estos alimentos son más calóricos y más ricos en azúcares añadidos y grasas saturadas, su consumo va en detrimento de los alimentos que realmente deberían componer la base de la dieta de los niños, como, por ejemplo, la fruta y la verdura, la leche y los productos lácteos o los huevos y cereales», ha zanjado el presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular por la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, Ángel Gil.